Las bandas de origen albanés vuelven a asaltar chalets
Las bandas de delincuentes de origen albanés, famosas por su sofisticación y sus métodos violentos, han vuelto. Pero no para quedarse: están de paso. En 2006, grupos de paramilitares de aquel país asolaron las urbanizaciones de Cataluña hasta que la acción conjunta de los cuerpos policiales les puso coto. En los últimos meses ha aparecido una nueva versión de esos ladrones, formada por hombres jóvenes, sin antecedentes, que en una semana desvalijaron 10 chalets.
Los Mossos d'Esquadra dan por finiquitada la banda tras detener a ocho de sus miembros. Los investigadores creen que es un grupo itinerante, que en poco tiempo acumuló grandes cantidades de dinero (120.000 euros) y joyas para seguir su actividad en otras zonas de España y de Europa. Los detenidos -cuatro, en prisión- se instalaron en Cataluña hace dos meses y llevaban un ritmo trepidante: cinco robos al día.
Lo curioso es que ninguno de ellos tiene antecedentes, lo que ha dificultado su captura. Por lo demás, comparten perfil con los grupos que hace cuatro años sembraron el pánico: son "especializados", "violentos" y "podrían tener formación militar", explicó ayer el jefe de la investigación, Xavier Sellart. Una prueba de su profesionalidad es que no usaban móviles, sino que se comunicaban solo por walkie-talkies.
Violencia gratuita
Los presuntos ladrones seleccionaban una casa de lujo y la asaltaban sin más miramientos. Poco les importaba actuar por el método "silencioso" (mientras los moradores duermen) o en plena cena familiar, porque "no tenían ningún miedo al enfrentamiento si les descubrían", precisó Sellart. La banda accedía a las plantas superiores y desvalijaba las habitaciones.
La violencia no era su primer recurso, pero la emplearon con saña en dos robos, en Sant Andreu de Llaveneres y Castell d'Aro, contra personas mayores. Los detenidos inmovilizaron a las víctimas con corbatas, les amenazaron con pistolas y les golpearon para obligarles a abrir la caja fuerte. La policía les atribuye 10 robos en Girona y Barcelona, aunque podrían haber cometido más de cien.
En la detención, mostraron su lado violento: se enfrentaron a los agentes que les emboscaron en una zona forestal de Dosrius. Allí disponían de un zulo donde guardaban las armas y el botín. Uno de ellos trató de atropellar a los mossos. Vivían en el Eixample, por donde paseaban con trajes de diseño italiano.
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