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ELECCIONES CATALANAS | Faltan 6 días
Columna
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No pasará a la historia

Joan Subirats

Los debates electorales en televisión transformaron la forma de hacer política hace ya muchos años. El que se celebró ayer en TV-3, en plena época digital, no pasará a la historia. Un único debate con seis candidatos genera, obligadamente, una gran tensión, ya que no hay posibilidad de disponer de una nueva oportunidad para rehacerse, y genera, además, una notable rigidez de formato y de tiempos, draconianamente impuestos por los asesores de los partidos. Analicemos, con la urgencia que una crónica de este tipo implica, los aspectos esenciales del debate de ayer.

Agenda de temas. El asunto estrella tenía que ser la crisis, pero el debate demostró que no hay ideas nuevas y que predominan los sitios comunes y las ambigüedades. En el fondo, se habló más de los efectos de la crisis que de las posibles respuestas. Tras 30 años de autogobierno, y 23 años de liderazgo convergente, Mas ha descubierto que conviene racionalizar la administración de la Generalitat. Los temas de autogobierno los centraron unos en la necesidad de más poder, desde la reforma de la Constitución, el concierto o la independencia, mientras que los socialistas defendían los equilibrios actuales, y PP y Ciutadans, reforzar los vínculos con España.

Tras la oferta de Puigcercós a Mas para conseguir el concierto y, si no pasar a la independencia, el candidato convergente exhibió pujolismo, tratando de mantenerse en esa difícil posición que trata de reforzar vivo el sueño independentista, y no asustar al electorado conservador y las esferas de poder económico del que tanto dependen. El espinoso asunto de la inmigración, tuvo poco espacio, lo que genera dudas razonables sobre lo que sucederá en el futuro inmediato, sobre todo viendo las insinuaciones de Mas. El futuro de las políticas sociales mostró como CiU tiene un cierto programa oculto en estas cuestiones, aludiendo a la falta de recursos y al exceso de gastos, lo que apunta a temas de copago y refuerzo de conciertos escolares, diferenciando a los que puedan pagar y a los que no les quede más remedio que ir a los servicios públicos. En los temas de lengua, mucha pasión y pocas novedades. Después de los guiños de Rivera y Camacho hablando en castellano, solo faltaba que alguien se marcara un speech en inglés. Inútil el debate sobre infraestructuras, cuando lo significativo era discutir el seguir o no con el desarrollismo, y en ese punto se demostró el acuerdo entre PSC, CiU y PP, incluso en resucitar energía nuclear. Sorprende que solo Herrera y Rivera hablaran de transparencia y corrupción.

Coaliciones, desencuentros y estilos. Cada uno de los seis candidatos quiso marcar su territorio, pero buscaron concentrarse en una doble estrategia: reforzar sus puntos diferenciales para fidelizar sus seguidores y al mismo tiempo tratar de decantar hacia su bando a los que aún dudan entre votar, no votar, votar en blanco, o a los muchos que dudan aún entre un partido u otro. Los dos ejes del escenario político catalán, el eje derecha-izquierda y el eje nacionalismo-españolismo, fueron resituando las coaliciones temporales durante el debate, con evidente tensión competitiva entre Rivera y Camacho en temas de defensa del castellano. El final dedicado a los posibles pactos demostró que todo está en el aire y que todo es posible.

En relación con 2006, repetían solo Mas y Montilla. No estaban ni Carod, ni Piqué ni Saura. Y tampoco los ahora extraparlamentarios Laporta y Carretero. Mas escenificó como protagonista, con esa pose de sobrado que tanto le perjudicó en otras ocasiones, pero sin tomar riesgos. Puigcercós, extrañamente contenido. La naturalidad y la convicción predominaron en Herrera. Y el desparpajo suicida en un Rivera que pensó que tenía poco que conservar y mucho que ganar, ganando espacios a una Camacho con falta de perfil. El más incómodo en ese escenario fue Montilla, que se refugió en su sobriedad, y solo emergió en su rifirrafe con el PP. Una última cuestión: ¿Tienen sentido este tipo de debates, con gráficos y fotocopias en los tiempos de smartphones y digitalización acelerada? Durante el debate, Twitter (#e10) estaba increíblemente activo, y en muchos casos con bastante más calado y sentido crítico que el que pusieron encima de la mesa unos candidatos que, en su mayoría, aparecieron encorsetados y previsibles.

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