_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Contado está

Carlos Boyero

En el segundo capítulo de la millonésima temporada (¿o son solo 10?) de las venturas y desventuras de la familia Alcántara, del así éramos si así nos parece, el tono entre campechano y moderadamente progresista que la caracteriza y su triunfante vocación de retratar un tiempo y un país, se internacionaliza en su denuncia de la infamia y habla de la abyecta capacidad de la Junta Militar argentina para hacer desaparecer a los subversivos. Ante la detención de su turbulenta primogénita, el ordenanza que logró ascender a director de Producción Agraria durante el Gobierno de UCD muestra su temblor ante las monstruosidades que engendra el fascismo y las dictaduras y descarga su impotente ira contra el siniestro representante de los milicos con esa autoafirmación tan racial y tan franquista de "usted no sabe con quién está hablando" o "usted no sabe quién soy yo". Groucho Marx tenía un respuesta infalible para ello: "No me lo diga. ¿Animal o vegetal?".

También escucho convicciones tan arraigadas en el pueblo llano como: "Empiezan fumando un porro y acaban inyectándose heroína". Pero detrás de tanta obviedad, del abuso ilimitado y estratégico de frases y lugares comunes, de que todo sea previsible en medio de tantos problemas cotidianos, esta serie nunca olvida el sagrado principio de que la vida aprieta pero no ahoga.

Puede enervarme su rutinaria planificación, el uso estomagante de la música subrayando sentimientos, cierta adicción al costumbrismo casposo, pero es indudable y meritorio su inacabable enganche intimista con el pueblo llano, la identificación emocional de mogollón de gente con esta reconstrucción más dulce que agria de una época en la memoria colectiva.

Es probable que en épocas sombrías reine la consoladora falacia de que cualquier tiempo pasado fue mejor, la conveniente añoranza sublimando el tal como éramos. O la suerte de haber llegado hasta aquí para poder contarlo. O el recuerdo conmovido de esa gente amada y desaparecida. Como espectáculo popular tranquiliza más la fidelidad de una gran audiencia al "cuéntame cómo te ha ido, si has conocido la felicidad" que la bochornosa adicción a fangos idiotizantes como La noria y Sálvame. ¿O es la misma audiencia?

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_