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Crítica:ARTE / Exposiciones
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

LLAMADA EN ESPERA Uff... los impresionistas

Estrella de Diego

Ahí están, remilgados: a mano cuando las cosas van mal o no bien del todo. Así se muestran con sus colores vivos y sus contornos desbordados; y sus caras de ojos redondos y sus mujeres tan femeninas; y sus chisteras y levitas; y las calles brillantes y unos paisajes popularísimos que sólo de recordarlos me dan pereza. Y esos cielos y esas flores -que me los arranquen de los ojos, por favor-; y esa luz tan aclamada que se ve mejor de lejos que de cerca.

Quintaesencia del gusto de la burguesía para la burguesía, pintores de la vida moderna que contaron como nadie lo que todos esperaban oír; artistas del ocio, de los cafés, del paseo, de las ciudades, de las estaciones, de una existencia que se parece mucho si no a la que tenemos desde luego a la que nos gustaría tener, los impresionistas siguen atrayendo masas más de un siglo después de su aparición. Me pregunto qué tienen de extraordinario, por qué son tan populares, por qué han sabido ocupar un lugar tan contundente en la historia -que, decía Baldesarri, es una palabra que mal pronunciada se parece a histeria-. Nadie los expulsa de su lugar de privilegio al cabo de las décadas: todo lo contrario. Se refuerzan en medio de los tiempos difíciles.

De este modo, la historia como histeria impregna a los impresionistas. Nos dan, imagino, lo que a menudo buscamos en la vida: seguridad. Porque preferimos reconocer a conocer, pensamos ante un cuadro de Renoir o Monet: así es el mundo,

ma non troppo. O dicho de otro modo, se trata de una pintura que "se entiende bien" y que es agradable y fácil de recordar o, más bien, que se recuerda por el hecho mismo de ser inocua: el impresionismo nunca da problemas. Es el gusto seguro para las tapas de las cajas de bombones, quizás porque la pintura impresionista tiene algo de instantánea, si bien con el pedigrí que garantiza el lienzo. La combinación es perfecta: un arte seguro que habla de la modernidad y su ocio con cierto halo de rebeldía -¡los expulsados de los salones en el XIX!-. ¿Se les ocurre mejor modo de pasar la tarde? A mí sí y no porque sea una snob -que lo seré-. Sino porque el placer de mirar me parece que se encuentra también en la sorpresa de ver y buena parte de las muestras sobre los impresionistas desperdician las ocasiones de revisar este "ismo" que inaugura la modernidad. Bien visto, la culpa de lo hasta cierto punto empalagoso de los impresionistas -unos más que otros, todo hay que decirlo- la tienen quienes diseñan las muestras, tantas y tan planas que dan ganas de salir corriendo. El fenómeno, internacional quizás porque en época de crisis los impresionistas aseguran un imbatible éxito de taquilla, suele reiterar el mismo aburrimiento, esos idénticos lugares comunes que aceptamos sin pestañear después de hacer la cola. De las innumerables exposiciones desde el comienzo de la crisis mundial se ha salvado casi sólo la interesante exposición de Matisse que el MOMA acaba de clausurar -Matisse, invención radical-, donde se mostraba a un artista nada feliz como se suelen publicitar los impresionistas, incluso torturado frente a los cuadros que retocaba obsesivo. También es verdad que este tipo de muestras de "revisión" se pueden hacer sólo en ciudades donde se haya visto mucho Matisse y, además, es cierto que Matisse no es Renoir ni Van Gogh -estaba a punto de decir que menos mal-. Pero aun así, la autocomplacencia de los impresionistas debería ser revisada de una vez por todas. De verdad, las colas seguirían siendo idénticas porque la palabra vende sin tregua: "impresionistas" (veo que han cogido la chaqueta dispuestos a salir corriendo).

<i>El partido de croquet</i> (1873), de Édouard Manet, incluida en la exposición <i>Jardines impresionistas</i>, en el Museo Thyssen.
El partido de croquet (1873), de Édouard Manet, incluida en la exposición Jardines impresionistas, en el Museo Thyssen.

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