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Reportaje:

El racismo se propaga a la 'azzurra'

Después de los insultos xenófobos en la Liga italiana, los ultras también increpan a Balotelli, hijo de ghaneses, con la selección - Su mensaje: "No a un equipo multiétnico"

Eleonora Giovio

Había 6.000 espectadores el miércoles en Klagenfurt (Austria) para ver el amistoso entre Italia y Rumanía (1-1). Un centenar de ellos, italianos, dieron el cante. Una vez más utilizaron un partido de fútbol para proclamar su racismo. Eligieron la noche en la que Giuseppe Rossi, italiano nacido en Estados Unidos, llevaba el brazalete de capitán; en la que Mario Balotelli, nacido en Palermo de padres ghaneses, lucía el dorsal 10. Eligieron la noche en la que debutaba Cristian Ledesma, argentino casado desde hace años con una italiana. Es la nueva Italia multiétnica del técnico Cesare Prandelli.

Pero un centenar de ultras se desplazaron hasta Austria para dejar constancia que ese tipo de Italia no les gusta nada. Mediada la segunda parte, justo cuando Prandelli sustituyó a Balotelli, colgaron esta pancarta: "No a una selección multiétnica". Los agentes de seguridad la retiraron a los pocos minutos. Ya durante el himno de Mameli, los ultras hicieron el saludo fascista. Luego, decidieron acompañar cada jugada de Balotelli con los gritos racistas de siempre, buuuuuu, y con cánticos de "No hay italianos negros".

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La policía ya ha identificado y denunciado a 41 radicales (la mayoría tenían prohibido acudir a recintos deportivos) y ha arrestado a otro por propinar un cabezazo a un empleado de seguridad. Esa es la imagen ahora de los ultras del calcio: ya no les basta increpar a los jugadores negros en un campeonato cada vez menos atractivo y con los estadios medio vacíos, sino que también han decidido extender sus gritos racistas a los partidos internacionales de Italia.

Poco importó que el miércoles, antes del partido, ambas federaciones se solidarizaran contra el racismo y la intolerancia. "Es una pena que todavía en los estadios haya formas de comportarse que no son aceptables", dijo Giancarlo Abete, presidente de la federación italiana. Ayer se hizo el silencio entre los políticos italianos. Sí hablaron varios atletas y Prandelli recordó su apoyo al futbolista: "Abrazaremos todos a Mario porque es mentira eso de que los insultos se van sin dejar huellas".

Balotelli, que en el verano pasado dejó el Inter para irse al Manchester City, dijo el miércoles no haberse dado cuenta de la presencia de la pancarta. Sí de los gritos racistas. "Esta vez he hecho como si nada. Si no, me acusan de provocar", comentó refiriéndose a un episodio del pasado enero. En el campo del Chievo, se marchó aplaudiendo irónicamente a los hinchas que le habían insultado. Al salir del estadio, dijo: "El público de Verona me da cada día más asco". Fue sancionado con 7.000 euros de multa por "haber provocado al público aplaudiendo repetidamente". "¿Prandelli dice que me merezco un abrazo colectivo? Sería bonito, pero tampoco se puede parar un partido por culpa de unos pocos. Yo estoy feliz porque estoy en la selección. Los ultras deberían resignarse, la Italia multiétnica ya existe", prosiguió el delantero italiano. "Yo solo no puedo hacer nada contra el racismo", añadió ayer el ariete. Ledesma tampoco dijo haber visto la pancarta: "No la vi, pero los gritos racistas sí los hemos oído".

Italia ha tenido buenos atletas de color -los saltadores de longitud Fiona May y Andrew Howe-, y el jugador de baloncesto Carlton Myers fue el abanderado del equipo italiano olímpico en los Juegos de Sidney, pero los episodios de racismo siempre se han concentrado en el fútbol. "No merece la pena ni hablarlo. Es más, cuanto más se habla más damos importancia a unos pocos que lo están intentando manchar todo", comentó ayer Fiona May.

El partido del miércoles se jugó en Austria, centro en los últimos tiempos de varios incidentes con ultras. En marzo de 2006, en Braunau -ciudad natal de Hitler- se juntaron ultras europeos con el único objetivo de "incendiar" el Mundial de Alemania. En diciembre de 2009, decenas de radicales -del Lazio, Real Madrid y del Espanyol, entre otro- aprovecharon un partido de la Liga Europa entre el Austria de Viena y el Athletic para irrumpir con bengalas y banderas preconstitucionales y racistas e interrumpir el encuentro. El mal ejemplo crece en Italia.

Balotelli, durante el partido ante Rumanía.
Balotelli, durante el partido ante Rumanía.AP

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.
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