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ELECCIONES CATALANAS | Faltan 9 días

Mas ignora la oferta de Puigcercós

El líder nacionalista pide "prestado" el voto a los socialistas descontentos

Àngels Piñol

CiU se mostró impasible ante los vaivenes de Esquerra para apoyar o no un futuro Gobierno convergente. Los nacionalistas no modificaron un ápice su estrategia: saben que si el tripartito suma, volverá a gobernar, por mucho que los independentistas lancen cantos de sirena. El candidato de CiU, Artur Mas, ignoró ayer por la mañana, en un acto en la sede de su partido, la oferta de Puigcercós, y después su posterior rectificación, en Mataró, donde pidió prestado el voto a los socialistas descontentos.

Con gesto de evidente fastidio, Mas se mostró frío cuando un periodista le preguntó si conocía la oferta de Puigcercós. Dijo que podía hacer una intervención "muy agria y crítica", pero que se la iba a ahorrar. "Lo que hace falta es organizar estrategias y sumar esfuerzos y voluntades. No quiero hacer una subasta de pactos", afirmó, invitando a los republicanos a esperar al resultado de las urnas. "Habrá un mandato u otro. Hay que ser prudente", dijo.

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De hecho, CiU espera tener el suficiente número de diputados como para no necesitar el apoyo de ningún partido, incluido ERC. Los convergentes sienten una profunda desconfianza hacia los republicanos desde que en 2003 se sumaron al primer tripartito y, sobre todo, desde que en 2006 lo repitieron pese a que podían haber formado un Gobierno nacionalista con CiU sumando mayoría absoluta (48 escaños CiU y 21 ERC). Esa decisión se interpreta en la calle de Còrsega poco menos que como una traición.

En Mataró, en un mitin ante unas 800 personas, Mas pidió a los electores socialistas que les den su confianza y les "presten" apoyo: "Y si no sale bien, dentro de cuatro años que nos lo quiten". Y lanzó este dardo: "Los mismos que hacen shows en la campaña son los que luego se pelean como monos en el Gobierno". Entre sus medidas principales, Mas presentó su plan de moderación fiscal que prevé la supresión del impuesto de sucesiones. Las arcas públicas dejarían de recaudar 400 millones de euros que Mas compensaría desarbolando, afirmó, la "parafernalia" de la estructura política de la Generalitat.

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