"Con el mayor láser del mundo estudiaremos la física en miniatura"
En el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore estadounidense los científicos realizan experimentos civiles y militares, explica el subdirector Tomás Díaz de la Rubia
Asturiano de nacimiento, Tomás Díaz de la Rubia se fue a estudiar Físicas a Estados Unidos porque tenía parientes en Nueva York. Y allí se quedó. Ahora está en lo más alto de una gran institución científica y tecnológica (gestionada, por cierto, por una empresa). Desde junio es uno de los dos subdirectores del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, en California, que mezcla como muy pocos la investigación civil y de defensa.
No parece preocuparle mucho a Díaz pasar de las explosiones nucleares simuladas al estudio del cambio climático y está encantado con la marcha de uno de sus principales programas, la mayor instalación de láseres del mundo (National Ignition Facility o NIF), para demostrar la viabilidad de la fusión por confinamiento inercial como fuente de energía y ayudar a certificar la vigencia del arsenal nuclear de EE UU.
"Trabajamos sobre la no proliferación nuclear y el contraterrorismo"
"Este año nos han dado el premio al mejor proyecto de ingeniería de EE UU"
Díaz, de 50 años, ha estado en Madrid como organizador, junto al Instituto de Fusión Nuclear de la Universidad Politécnica, de un congreso sobre el papel de la comunidad científica en la lucha contra las armas de destrucción masiva y el terrorismo.
Pregunta. Por el programa parece un congreso muy político.
Respuesta. Pretende reunir a la comunidad científica con la comunidad política de seguridad, para abrir un diálogo sobre los retos de la seguridad global. Cuando cayó el Muro de Berlín, los programas de cooperación se centraron en controlar el material nuclear y evitar el éxodo de científicos soviéticos a países peligrosos. Ahora comienza una nueva etapa, el reto es más multilateral y eso es lo que planteamos.
P. ¿Su trabajo como subdirector de Ciencia y Tecnología del laboratorio tiene que ver con esto?
R. Trabajamos mucho sobre la no proliferación nuclear y el contraterrorismo, biológico y químico, y nuclear. Por ejemplo, en la detección de materiales nucleares y en el apoyo a la vigilancia del acuerdo para no realizar pruebas nucleares subterráneas, con científicos que trabajan en temas de sismología en programas internacionales.
P. ¿Hay muchos resultados que no se hacen públicos por motivos de seguridad?
R. Parte de la investigación no se hace pública, es material reservado, pero la mayor parte del trabajo científico sí se publica. De hecho, le damos gran importancia a publicar en revistas del mayor prestigio porque es una forma de garantizar que la calidad del trabajo de nuestro laboratorio es alta. Esa es mi responsabilidad, la calidad y la dirección de la ciencia y la tecnología.
P. ¿Y cómo va el NIF?
R. Va fenomenal, estamos muy orgullosos. Se acabó la construcción en 2009 y empezamos los ensayos para alcanzar la fusión termonuclear en 2012. Acabamos de hacer un experimento para ver cómo funciona todo junto, integrando todos los haces de láser con los sistemas de diagnóstico, el sistema criogénico, etcétera, que ha salido muy bien. Es una obra de ingeniería magnífica.
P. ¿Y su aplicación en seguridad?
R. El NIF permite reproducir las condiciones de la fusión en las bombas de hidrógeno. Se puede estudiar la física con mucho detalle, en miniatura, en una microcápsula para verificar y validar los códigos de simulación que se desarrollan en los ordenadores que tenemos en Livermore y en Los Álamos. Son dos patas, la teoría de la simulación en los grandes ordenadores, que es otro de nuestros programas principales, y los experimentos, de forma que según el armamento nuclear se va haciendo más viejo se pueda garantizar que sigue operativo.
P. En cuanto al aspecto energético, ha tenido muchas críticas, por su coste.
R. En 1999 hubo muchas críticas por fallos graves de gestión del proyecto, que se solucionaron con cambios en la dirección. La cogió George Miller, actual director del Livermore, y Ed Moses, que dirige el NIF, y desde entonces todo se realizó en su calendario y presupuesto, sin fallos ni desviaciones. Este año nos han dado el premio al mejor proyecto de ingeniería de Estados Unidos, que es importantísimo, y nos lo dieron en parte por el NIF en sí y en parte porque tuvimos que desarrollar al mismo tiempo que lo construíamos milagros tecnológicos para que funcionara.
P. Y la aplicación como fuente de energía, para cuándo?
R. Creemos que una vez alcanzada la fusión en 2012 se puede iniciar la siguiente fase, una planta de demostración tecnológica similar a lo que es el ITER en confinamiento magnético, que se construiría en 10 o 15 años, [aproximadamente el mismo plazo que se da ahora al ITER]. El ministro de Energía, Steven Chu [premio Nobel de Física], ha encargado a las academias de ciencia y de ingeniería un informe sobre cómo encarar este proyecto, que creemos que tiene que ser internacional.
P. Y el Livermore, ¿cómo es?
R. Tiene 6.500 empleados, de los cuales 3.500 son científicos o ingenieros, un presupuesto anual de 1.600 millones de dólares [1.170 millones de euros] y pertenece al Ministerio de Energía. Colaboramos con muchas instituciones académicas, como el Instituto de Fusión de la Politécnica de Madrid [que ha participado en el NIF y ahora también en el diseño del prototipo de planta de demostración que le seguiría (LIFE) y en el proyecto homólogo europeo HiPER].
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