Al rico yogur helado
La cadena LlaoLlao cuenta con una decena de establecimientos en España
Un ingeniero industrial que trabaja para una multinacional del petróleo. Un joven emprendedor que en poco más de un año vende yogur helado en diez locales temáticos repartidos por España. ¿Qué tienen en común ambos personajes? Pues que ambos son Pedro Espinosa, alguien que, con una marcada capacidad de análisis, es capaz de sacar algo provechoso de cada situación, cada momento, cada persona.
Fruto de observar el comportamiento, las reacciones, los gustos y las emociones de la gente que pasa por su vida, este ingeniero murciano abrió en junio de 2009 el primer comercio
LlaoLlao, bandera pionera en la elaboración y comercialización de yogur helado en España.
Sabiendo el significado de cada palabra que pronuncia, Pedro va revelando los mimbres con los que continúa construyendo su sueño, un sueño que ha mamado desde pequeño: tener su propio negocio. "Yo había visto a mis padres levantar de la nada sus empresas. Y siempre tuve en mente hacer lo mismo. Si no lo hice inmediatamente después de terminar la carrera fue porque pensé que sería bueno tener otras experiencias, trabajar en algo relacionado con lo que había estudiado, con una carrera que había elegido por gusto. Así que estuve dos años en British Petroleum (BP) hasta que decidí que había llegado el momento, tenía que empezar a construir aquello con lo que había soñado tanto tiempo", recuerda.
Muchos pensaron que Pedro había perdido la cabeza. No podían comprender cómo, con la que estaba cayendo, podía dejar la seguridad de un trabajo bien pagado por el riesgo de ser empresario. "Mis padres me dieron todo su apoyo, tanto moral como económico. ¿Los demás? Pocos creyeron que aquello podía salir bien". Pero sí, todo comenzó a ir bien desde el momento en que LlaoLlao abrió su primer local en Dénia (Alicante). "Habíamos conseguido crear una imagen de marca tan sólida que la gente empezó a dar por hecho que éramos parte de una franquicia".
Desde entonces, el emprendedor tuvo claras dos cosas: que todos los locales que abriera se tenían que parecer a aquel y que, aunque no se había planteado en el plan de negocios original, franquiciar quizá fuera una buena manera de crecer.
Aquel primer local iba a deparar más lecciones a Espinosa. "Una de las razones por la que elegimos Dénia fue porque íbamos a tener clientes extranjeros. No sabíamos si el nuestro iba a ser un producto que gustara al consumidor español". Al final, LlaoLlao gustaría a propios y extraños.
Pero el aprendizaje no acabó ahí. Siguiendo la estela natural de las heladerías, que suelen cerrar en octubre para volver a abrir puertas en marzo, LlaoLlao hizo lo mismo. "Para nuestra sorpresa, al comienzo de la siguiente temporada teníamos gente haciendo cola en la calle bajo la lluvia. Conclusión: teníamos un producto que podíamos vender todo el año".
Los argumentos de Pedro para explicar el porqué del éxito de su fórmula son tan sencillos que cualquiera puede preguntarse cómo no se le habrán ocurrido a uno antes. "Solo queremos que quien entre en uno de nuestros locales encuentre lo que nos gustaría a nosotros mismos; que nos traten como querríamos ser tratados", dice.
De ese mismo argumento es del que sale el yogur de la marca. "Ofrecemos una opción igual de refrescante, pero más saludable que el helado tradicional al contener menos calorías. El producto es rico en calcio, por lo que favorece huesos y dientes, previene la formación de bacterias en el intestino, fortalece el sistema inmunitario y facilita las digestiones. Es lo que queremos para nosotros".
Mucha luz, olor a fruta fresca, colores alegres y relajantes, diseños sencillos a la par que atrayentes para "que apetezca ir a todo el mundo y quiera volver". ¿Con qué va a ser el yogur?, ¿galleta, avellana, almendra?, ¿quizá salsa de frutas del bosque? ¡Marchando! -
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