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OPINIÓN
Columna
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Si quieres, contesto yo

Juan Cruz

Patxi López se estrenó con un poema de Kirmen Uribe.

Es decir, se trata de un político capaz de romper el discurso. Los políticos tienen un catón, y por el catón se rigen. Es interesante constatar que muchas veces los versos sueltos vienen de Euskadi. Para bien y para mal.

No me gustaban los versos de Arzalluz, eran como papel de lija. Su humor era huidizo, a veces venenoso; y no decía versos: los arrojaba.

Había otros versos, claro. José Ramón Rekalde se tragó el drama para decir versos, y en lugar de odio hacia quienes quisieron asesinarlo escribió memorias. Un día, cuando publicó esas memorias, le pregunté cuál era su sitio favorito de San Sebastián. Entonces me miró, con ojos brillantes, y esto fue lo que me dijo:

-No te lo puedo decir.

No podía decir cuál era su sitio favorito de Donosti, su tierra. Esa era su tierra, y para andar por ella tenía que pedir permiso a los escoltas. Y para responderle a un periodista sobre algo que a otros nos llenaría de alegría tenía que buscar las sombras del secreto.

No me lo dijo ni en secreto. Tiempo después se levantó la nube oscura sobre Euskadi, hubo una tregua y le llamé desde Perú, donde recibí la noticia de esa esperanza dinamitada luego.

Pero mientras sepultaban la esperanza esta existió. De modo que le dije a Rekalde, por teléfono, desde Machu Picchu:

-Ahora sí dirás tu sitio favorito en Donosti.

Fui allí. Primero me llevó a comer a un restaurante del barrio viejo, donde durante años fue un visitante furtivo. Ahora iba tranquilamente, o casi, y allí estuvimos tomando nota de esa esperanza que luego resultó ser una esperanza entre corchetes, y el corchete final explotó en Barajas.

Al final de la comida le dije, por fin, que me llevara a ese sitio que antes no me podía nombrar. Se levantó con su parsimonia habitual, la que le ha permitido ser un señor también sobre aguas turbulentas, y me guió hasta un noray frente al puerto; hacía un sol espléndido, y él posó allí para que le retratara Jesús Uriarte. Ante un suceso distinto, José Hierro escribió: "No he dicho a nadie que he estado a punto de llorar". Pues yo tampoco se lo dije a nadie, pero aquel instante me resultó uno de los momentos más emocionantes de mi vida como periodista.

Fue como un verso no dicho, la exploración del alma de un vasco enraizada en un paisaje que en sí mismo era un paisaje conmovedor.

Ahora he escuchado al lehendakari defender a su compañero Jesús Eguiguren de las suposiciones que se van montando para ennegrecer su figura hasta el desgaste final.

Le han llovido cenizas de todas partes a Eguiguren; no lo conozco, jamás le he hecho una pregunta; lo he visto deambular por los asientos del Parlamento vasco, y ahora veo que se acerca al juzgado para hablar de Otegi, el líder abertzale encarcelado. No sabían qué iba a decir Eguiguren, y la que se armó. Sobre esas suposiciones le acusaron de ir a decir lo que aún no había dicho. Y ante ese acoso, el presidente vasco lo apartó de los micrófonos que le tenían contra las cuerdas y dijo, antes que nada:

-Si quieres, contesto yo.

Me pareció un verso, qué quieren que les diga.

José Ramón Rekalde.
José Ramón Rekalde.Javier Hernández

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