Misterios científicos a pie de calle
Talleres, conferencias y visitas a laboratorios en la X Semana de la Ciencia
A simple vista es un tubo de acero y tornillos, tamaño termo de café grande. Sin embargo, la cámara de alto vacío es lo más parecido a una nube en un bote.
El cacharro, pequeño pero ruidoso, congela sustancias que son gaseosas a temperatura ambiente sometiéndolas a 200 grados bajo cero y a un billón de veces menos que la presión atmosférica. Sirve, entre otras cosas, para que los astrofísicos interpreten lo que encuentran por el espacio, y aunque su apariencia no es de superestrella, el próximo día 18 actuará en público. La cámara se encuentra en una sala llena de cables y con las ventanas cubiertas del Instituto de la Estructura de la Materia, un edificio del arquitecto Miguel Fisac y una de las 600 instituciones científicas que hasta el día 21 de noviembre van a abrir sus puertas con motivo de la X Semana de la Ciencia.
La guía oficial de actividades es un libro de más de 300 páginas
Solo en la Comunidad de Madrid hay más de 700 actividades programadas en las que colaboran 2.500 científicos. Todas son gratuitas, pero la inmensa mayoría requieren reservar con antelación y algunas no están disponibles para el público general, sino para grupos de estudiantes o especialistas. En total, el año pasado asistieron 165.000 personas.
Basta tener la guía oficial de la Semana en las manos para hacerse una idea de la magnitud del asunto: es un libro de más de 300 páginas. Apabulla. Hay conferencias sobre las turberas patagónicas (el miércoles 17, en la Facultad de Ciencias Biológicas) o talleres sobre los alfabetos eslavos (también el 17 en la Facultad de Filología).
Con tal frenesí de actividades no es de extrañar que el término semana no se aplique precisamente con precisión matemática: el evento, que arrancó el lunes, dura en realidad casi tres semanas, y se extiende hasta el día 21 de noviembre. Aunque el lema general es Celebrando la biodiversidad -porque este es el Año de la Biodiversidad, según las Naciones Unidas- hay convocatorias para explicar qué demonios son los positrones o la philoxenia. Desde excursiones geológicas a la sierra a otras virtuales a la superficie de Marte. Mesas redondas sobre la muerte súbita de los deportistas o sobre el origen de la vida. Un universo de posibilidades, vaya.
"Los científicos tenemos que obligarnos a ser divulgativos", dice Guillermo A. Mena, director del Instituto de la Estructura de la Materia (IEM) y ponente de la conferencia Del Big Bang al Big Bounce, que puestos a ser divulgativos se traduciría como "Del reventón al rebotón". "Sería positivo que esta tarea divulgativa no se concentrase solo en la Semana de la Ciencia", dice. "Es importante que el público entienda porque es necesario gastarse medio millón de euros en un aparato como este", dice Mena ante el microscopio electrónico de transmisión del IEM, que tiene una potencia 1.000 veces superior a la de un microscopio óptico (funciona con electrones en vez de con luz). En la pantalla del ordenador conectado al microscopio se ve una proteína chaperona (que es la que ayuda a otras proteínas a conseguir su estructura final). Tiene forma de flor y es tan pequeña (10 nanometros) que haría falta que un metro midiese el diámetro de la Tierra para que, en relación, su tamaño fuese de un centímetro.
De laboratorios como el IEM salen teorías sobre polímeros e isótopos que tras pasar por otros laboratorios se convierten en aplicaciones de lo más dispares: de una radioterapia efectiva contra el cáncer a los plásticos más adecuados para separar las lonchas en los paquetes de jamón de york. Para entender cómo se llega de uno a otro, y para mucho más, está la Semana de la Ciencia.
X Semana de la Ciencia. Hasta el 21 de noviembre. Información en www.madrimasd.org/semanaciencia/2010/ y en el teléfono 012.
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