Silencios y errores
Hay frases que no solo califican a quienes las pronuncian, sino a aquellos que de una u otra forma las justifican o las disculpan. Cuando estas frases recaen sobre algunas mujeres o sobre alguna mujer en concreto para subordinarlas al hombre, por su condición de mujer y solo por ser mujer, la calificación está servida. Si estas frases y comportamientos, que van dirigidas a degradar a las mujeres, se silencian o se disculpan, los que guardan silencio o admiten las disculpas, la más de las veces meramente formales, se califican también a sí mismos. El problema, que lo es y grave, sobre todo teniendo en cuenta la posición que la derecha preconstitucional apoyada por la Iglesia oficial más conservadora ha mantenido en la historia reciente, se acentúa cuando frases y comportamientos son tolerados y asumidos por un partido político.
Hoy no creo que haya duda alguna de lo que ha dicho Javier León de la Riva, alcalde de Valladolid por el PP, a Leire Pajín, ministra de Sanidad. No sé si, realmente, pensaba lo que dijo o si se manifestó así porque es su natural forma de ser y habla en público como en la taberna o en su casa (lo lamentaría por su esposa, en tal caso). Lo que sí sé es que si la ministra de Sanidad no fuera mujer esa frase con o sin pensamiento no hubiera salido de su boca. Una frase a la que no han seguido disculpas, pues no los son un "lo siento" o "ha sido un error", de ahí que no hayan sido aceptadas. Seguro que si el error, que no cabe por propia definición, se hubiera sustituido por algo tan sencillo como "mi conducta es imperdonable y me cuesta trabajo mirarme al espejo" es probable que se hubieran aceptado. Sonarían más sinceras que este "uy, se me ha escapado". Así es que ahí queda la frase y este alcalde.
Claro que quedan más. No hay más que leer la entrevista que se hace a Mariano Rajoy el pasado domingo en este mismo diario para saber que estas actitudes sobre las mujeres son toleradas, que es una forma de estimular que se repitan. Su respuesta, considerando un error estas vejaciones verbales y dándolas por disculpadas no dejan margen a la duda. Más claro cuando considera que este reconocimiento "ennoblece" al alcalde. Total que denigras a una mujer, después dices que ha sido un error y sales más macho que entraste. Y ennoblecido. Así piensan algunos hombres.
Y no es un hecho aislado. No hay más que recordar las manifestaciones del PP de Madrid, con motivo del decreto de la Junta de Andalucía para indemnizar a las mujeres andaluzas vejadas durante la guerra y por el franquismo. El silencio de Javier Arenas fue lo más que estuvo dispuesto a dar con motivo de estas declaraciones. Y no fue a más, sino a menos. A este silencio, a estos insultos siguió la abstención del PP en el Parlamento cuando se planteó esta iniciativa. No hay generosidad alguna en favor de unas mujeres (solo 16 han pedido la ayuda) que soportaron humillaciones y odio por ser mujeres republicanas, por ser madres de republicanos, o simplemente por ser fieles a sus maridos o hijos rojos. Por estas y muchas más razones me resisto a aceptar que cuando se denigra a una mujer o a un colectivo de mujeres, pueda despacharse el tema con el error o el silencio.
A veces pienso, y esta es una de ellas, que se ha andado mucho en materia de libertades. Pero también que hemos avanzado en derechos como si nos los hubieran regalado, algo que tampoco acepto porque, como somos algo olvidadizos, no quisiera que se desandara lo ya avanzado en derechos y libertades. Y puede pasar. Ahora es el error y el silencio. Mañana será la ley del aborto o los matrimonios homosexuales cuya ley el PP no se obliga a respetar si gobierna aunque el Tribunal Constitucional la avalara. Esto, según aseguró Rajoy en la entrevista, aunque suponga anteponer su ideología ultraconservadora a la propia Constitución, que es la que sirve de marco a nuestra convivencia.
A ver si resulta, con estos errores y silencios, que el PP de Rajoy (y aquí de Arenas) está mostrando su auténtica forma de entender los derechos de la mujer.
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