Cameron llegó al poder sin decir de dónde recortaría el gasto público
El plan 'tory' ha provocado más debate político que confianza económica
Mariano Rajoy ha revelado, en su entrevista con EL PAÍS, que si llegara a La Moncloa haría en España algo similar al plan de ajuste impulsado en el Reino Unido por David Cameron, porque cree que "da confianza". Sin embargo, la realidad es que hasta ahora ese plan ha desatado sobre todo un intenso debate político, pero el futuro de la economía británica sigue siendo una incógnita.
Los tres grandes partidos británicos se presentaron a las elecciones de mayo con programas de drástico recorte del gasto público. La oferta conservadora era la más agresiva: reducir el déficit estructural a lo largo de la actual legislatura. Es decir, reducir el gasto público en 71.000 millones de libras (82.000 millones de euros) anuales. El 80% de ese ahorro debía proceder de recortes de gasto y el 20% de subidas de impuestos. Los laboristas proponían reducir a la mitad el déficit público estructural a lo largo de la legislatura y con un ajuste más suave del gasto: dos tercios del ajuste se basaría en menos gasto y un tercio en subidas de impuestos.
Algunos datos hacen pensar que el ajuste ha sembrado miedo en los consumidores
La otra gran diferencia preelectoral, y uno de los grandes debates de la campaña, fue que mientras los conservadores defendían empezar el ajuste de inmediato, los laboristas consideraban imprescindible esperar un año para que se consolidara la incipiente recuperación económica. Al final, pese al desgaste laborista tras 13 años en el poder, Cameron no logró la mayoría absoluta y tuvo que pactar una coalición con los liberales-demócratas. En parte porque los británicos no veían la necesidad de un ajuste tan duro.
Pese a eso, el nuevo ministro del Tesoro y canciller del Exchequer, George Osborne, presentó a las seis semanas de formar Gobierno un recorte inmediato del gasto público de 6.200 millones de libras (7.150 millones de euros) que incluía una subida del IVA del 17,5% al 20% a partir de enero, aumentos de impuestos para la banca y para las rentas más altas, congelación de salarios en el sector público y recortes de prestaciones sociales.
El grueso del recorte, sin embargo, se conoció hace dos semanas, cuando anunció un ajuste de 81.000 millones de libras (93.500 millones de euros) que incluía una poda de 23.000 millones de euros en prestaciones sociales, recortes del 25% en muchos ministerios y la pérdida de casi medio millón de empleos públicos. La agencia de calificación de riesgo Fitch le premió manteniendo su calificación de triple A para la deuda británica.
Quizás Rajoy se refería a Fitch cuando dijo que el plan de Cameron genera confianza. Pero lo que hay en realidad es un debate que gira en torno a dos aspectos: por un lado, si ese ajuste es necesario dada la fragilidad de la recuperación, y por otro, si las medidas aprobadas son realmente justas, en el sentido de sobre quién pesa más la factura, los ricos o los pobres.
Algunos desde la izquierda, como el premio Nobel Paul Krugman, han descalificado ese ajuste por entender que matará la recuperación y que es una decisión ideológica: aprovechar la crisis para reducir el peso del Estado. Pero hay dudas también desde la derecha. Por ejemplo, Martin Wolf, uno de los gurús de la economía de mercado del Financial Times, ha cuestionado que ese recorte sea el necesario en este momento. Y se va imponiendo la idea de que el ajuste es, sobre todo, una apuesta.
No hay datos todavía para medir su impacto. La economía creció un 1,2% en el segundo trimestre, todavía bajo los efectos de las políticas expansivas laboristas. El crecimiento cayó al 0,8% en el tercer trimestre. Se podría interpretar eso como indicio de que el ajuste está empezando a afectar al crecimiento, pero el dato fue recibido con optimismo porque los analistas esperaban que el PIB creciera sólo un 0,4%. Otros datos, como el enfriamiento del mercado inmobiliario, hacen pensar que el ajuste, en lugar de transmitir confianza, ha sembrado miedo y desconfianza entre los consumidores.
La coalición se ha esforzado en demostrar que los ricos pagan más que los pobres, tanto en términos brutos como relativos. Pero los trabajos del respetado Instituto de Estudios Fiscales tienden a demostrar lo contrario. Y se habla del impacto en escuelas y hospitales, teóricamente al abrigo de los recortes, y, sobre todo, de los límites a las ayudas sociales. Preocupa en especial el impacto de ese límite en las ayudas a la vivienda, hasta el punto de que el alcalde de Londres, el conservador Boris Johnson, ha llegado a alertar del peligro de una "limpieza étnica social" en el centro de Londres. Es decir, que los más pobres acaben siendo los expulsados.
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