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A golpe de talonario

Pedro Gorospe

Babcock & Wilcox Española fue fundada en 1918 en Bilbao por iniciativa de un grupo de financieros vascos y con la colaboración de una empresa del Reino Unido, que tomó una participación minoritaria, cedió sus patentes y se comprometió a apoyar a la empresa española. La gran fábrica de Babcock quedó instalada en el valle de Galindo, en la margen izquierda del Nervión. En 1979 y después de muchos años obteniendo beneficios, la compañía incurrió en pérdidas, hecho que se sucedió casi ininterrumpidamente hasta 1990. Era pública desde casi 1980, pero le costó una década volver a los números positivos, aunque fue fugaz. Su plantilla era de más de 5.000 empleados, y el negocio mostraba signos de cansancio.

Mantener 673 trabajadores en 2001 costó 1.275 millones de euros

En 1996 el PP puso sobre la mesa el denominado Plan para la Modernización del Sector Público Empresarial y en tres años de 1996 a 1999 privatizó 28 empresas dependientes de la SEPI, entre ellas Endesa, Repsol, Gas Natural, Aceralia, Red Eléctrica que dieron beneficios. También otras como Indra, Initec y Enatcar, además, de Iberia, Casa, Musini, y Ence, y finalmente llegó el turno de Babcock Wilcox, que dio problemas. Tras unas largas negociaciones, Babcock fue vendida a la alemana Borsig.

El coste para las arcas públicas de mantener 673 trabajadores en Babcock Borsig, en 2001, ascendió a 212.000 millones de pesetas de la época, más de 1.275 millones de euros. La cifra incluía las pérdidas de cinco años anteriores a la firma y las aportaciones directas a la privatización. Desgraciadamente Borsig entró en suspensión de pagos ocho meses después de cerrada la operación y el Gobierno tuvo que pleitear por un desvío de 21 millones de euros desde la empresa vasca a la matriz alemana. En la segunda privatización ATB (AE) pagó en 2004 unos 100.000 euros.

La entrada de los austriacos fue algo abrupta porque hicieron público que miembros del comité y empleados de máxima confianza tenían unas condiciones económicas de prejubilación beneficiosas, lo que suponía aumentar la prima de seguros, en las que participaron compañías ligadas a los dos sindicatos que negociaron el expediente de regulación. De los más de 5.000 empleados de la época pública, Babcock pasó a 650 con Borsig, a 440 con ATB y a 391 ahora.

Los problemas de Babcock se han ido solucionando a golpe de talonario. El problema es que estos no son los mejores tiempos para repetir el esquema.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.
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