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Reportaje:

Una vida plena y sin odio

Un documental muestra la lucha antifranquista de Nieves Arrazola

"Creo que estaba enamorada de Ricardo [Muñoz Suay] por lo burro que era". Nieves Arrazola, nacida en 1916 en Madrid y militante durante la Guerra Civil y la posguerra del Partido Comunista de España (PCE), es una de esas mujeres que suelen dar sopas con honda a los hombres cuando de valor se trata. Arrazola es simpática, enérgica y tierna. Huye de lo solemne al recordar las peripecias de una vida plena y llena de aventuras. La lucha contra el franquismo la llevó a la cárcel. No se pone medallas. "Yo no era nadie", recalca para minimizar su labor.

Esta mujer, que fue pareja del historiador Manuel Tuñón de Lara y que más tarde se casó con el productor de cine Ricardo Muñoz Suay, es protagonista del documental Nieves Arrazola: lucha clandestina, cine y lentejas, que ha sido dirigido por Poldo Pomés y Xavier Mas de Xaxás. El documental va a ser presentado en los próximos días en Sevilla Festival de Cine Europeo, que se desarrollará del 5 al 13 de noviembre.

Fue pareja de Tuñón de Lara y se casó con Ricardo Muñoz Suay
La lucha contra el franquismo la llevó a la cárcel, pero no guarda rencores

"No tuve miedo. No sé por qué pero no tuve miedo. El miedo me quitó el miedo", evoca esta mujer, que nunca alardea de nada. Fue condenada en un consejo de guerra. Estuvo encarcelada entre 1946 y 1948. Y, pese a todo, recuerda con cariño a la Guardia Civil. Incluso le quita hierro a su paso por la cárcel. "Estuve dos años en la cárcel. Eso no era nada (...) No he tenido rencor. Ni a la Guardia Civil. Yo los quiero porque en la cárcel nos quedábamos leyendo en las celdas. Las bombillas y los cables se los pedíamos a la Guardia Civil con un cestito (...) Yo les tengo hasta cierto cariño porque sin esa gente no hubiéramos podido leer", relata en el documental.

Mientras desgrana sus recuerdos se levanta para preparar la comida en su casa de Barcelona. Nieves Arrazola es una gran cocinera. Sus paellas son célebres. Fue, precisamente, su pericia culinaria la que la puso en relación con Pomés y Mas de Xaxás. "A Nieves la conoció Poldo a través de un amigo común. Nos unió la cocina. Es una señora que hace unas paellas fantásticas. Poldo y yo estuvimos más de un año yendo a su casa dos días por semana. Le hacíamos una entrevista de entre una hora y hora y media. Luego, Nieves hacía la comida y comíamos con ella", explica Mas de Xaxás.

Nieves Arrazola se crió en la madrileña calle de San Bernardo. En los años treinta era una joven inquieta que sentía una gran admiración por su prima Esperanza Abascal. "Un día la vi en un camión lleno de muchachos. Solo ella era mujer. Aquello me impresionó. Me pareció algo sublime", afirma. "La veía como un ser superior", resume Arrazola. Su prima fue la que la introdujo en el PCE.

"Hay una amiga que ya se ha muerto que decía que se metió en la política porque oyó unas canciones que le llamaron la atención. Eran cosas infantiles", relata Arrazola. "Era como si fuéramos católicos. Vemos una persona y decimos: 'detrás de esa voy yo'. Como ha pasado con el comunismo y el fascismo, que han hecho las mismas barbaridades los dos. Y, sin embargo, hemos sido comunistas por una persona que hemos visto que nos ha llamado la atención", comenta. "Los ideales te los creas viendo a esas gentes porque crees que son santos. Te crees que son alguien especial. Creíamos que la Unión Soviética era el paraíso del mundo", recuerda Arrazola.

La derrota republicana la llevó a Alicante junto a Tuñón de Lara. Miles de derrotados querían huir de España, temerosos de las represalias de los rebeldes. Hubo muchos suicidios. Los vencidos no encontraban escapatoria a orillas del Mediterráneo. "Vinieron los italianos antes que el barco. Los de los pueblos llevaban chorizos. Los de la capital no teníamos nada para comer. Dormíamos tirados en el suelo", evoca.

Arrazola estaba embarazada. Pero tampoco dramatiza lo que le ocurría. La guerra no es una fuente de rencor anclada en su memoria. "Era como una aventura. Lo pasas mal pero lo soportas", dice. Los hombres fueron internados en el campo de concentración de Albatera y las mujeres, tras pasar por la cárcel de Alicante, salieron a la calle. "En nuestro grupo éramos jóvenes. Y no es tan trágico para los jóvenes como para los mayores", relata.

La protagonista del documental cuenta con naturalidad su ruptura con Tuñón de Lara. "Cuando me separé de Tuñón lo tenía que hacer porque yo no tenía nada que ver con él", afirma. Y recalca que el único hombre del que estuvo enamorada fue Muñoz Suay. Tras sus dos años de prisión, comenzó una nueva vida con el productor de cine. Su empresa Uninci, vinculada al PCE, está detrás de algunas de las mejores películas de la posguerra, como Bienvenido, Mister Marshall, de Luis García Berlanga, y Viridiana, de Luis Buñuel.

En 1968 se trasladó a Barcelona, donde conoció a los escritores latinoamericanos del boom. "A Nieves también le ayudó mucho el mundo del cine. La amistad con Berlanga y Buñuel le ayudó a ver el lado bueno de la vida. El cine le ofreció una vía de escape y de reconciliación con todo el mundo", explica Mas de Xaxás.

Nieves Arrazola enhebra sus recuerdos con una naturalidad que cautiva. Huye de la solemnidad y de las ideas abstractas para hablar de las personas y de los hechos. No hay odio ni rencor en sus palabras. Se le nota satisfecha de su pasado. Es una persona fuerte que supo saltar sobre las tragedias y convertirlas en un estímulo para amar la vida.

Un fotograma del documental <i>Nieves Arrazola: lucha clandestina, cine y lentejas</i> que se estrenará en Sevilla.
Un fotograma del documental Nieves Arrazola: lucha clandestina, cine y lentejas que se estrenará en Sevilla.

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