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ESTA SEMANA
Columna
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Iglesias

Cuando Marcelino Iglesias se disponga esta semana a asistir al Comité Director del PSOE de Andalucía se encontrará con todo el trabajo hecho. Será entonces cuando el flamante secretario federal de organización comprobará que los socialistas andaluces, por sí solos, han sido capaces de resolver en escaso tiempo la crisis surgida por la sorpresiva marcha de Rafael Velasco. Griñán recurrió al sentido común dejando a un lado soluciones forzadas que contemplaban la recuperación de nombres, a modo de la operación Rubalcaba que ejecutó días atrás Zapatero, para dar así un nuevo impulso político. Pero no ha sido necesario llegar a ese extremo. Se mantiene el dibujo convencional de la ejecutiva regional con una Susana Díaz convertida en su número dos en el partido. Y si bien ahora se trabajará para delimitar las funciones exactas que le corresponderán a cada uno de los miembros de la dirección, ha quedado claro que sobre los hombros de la política trianera recae una mayor responsabilidad, así como sobre los del portavoz del Grupo Parlamentario, Mario Jiménez.

Las circunstancias han hecho que la visita de Iglesias coincidiera, prácticamente, con el estallido de la crisis y con el momento en el que Zapatero le encomendaba como asunto prioritario el devenir de los socialistas andaluces. En Ferraz se muestran muy preocupados por cómo están transcurriendo aquí las cosas. Dada la trascendencia que tiene Andalucía para configurar mayorías de gobierno, es cuestión de prestar la atención necesaria sin que, desde luego, el seguimiento y apoyo que se puedan prestar se considere como una intromisión en las cosas del PSOE regional. En todo caso, la celebración de ese importante cónclave se convertirá en una extraordinaria oportunidad para el cierre de filas después de que se procediera, además, a restañar las diferencias que se mantenían absurdamente en San Vicente con las direcciones provinciales de Cádiz y Almería.

Pero todo podría quedar en una mera declaración de intenciones si, tras lo sucedido, no se introducen cambios en determinadas políticas. Y así, no se descartan que se puedan producir modificaciones sustanciales en la polémica reordenación del sector público. El último acuerdo cerrado con UGT y CC OO no parece ser suficiente para calmar el nerviosismo que ha cundido entre funcionarios y personal laboral. Más allá de la supuesta campaña de manipulación que dicen se ha producido, hay insatisfacción por cómo se han desarrollado los acontecimientos, hasta el punto de que no se descarta que rueden algunas cabezas. En todo caso están obligados en la Junta a establecer los máximos consensos posibles en torno a una iniciativa que se ha convertido en un foco permanente de problemas.

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