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Reportaje:

Telefónica también vota en Brasil

El próximo presidente deberá extender las telecomunicaciones en el país

Ramón Muñoz

Brasil vive este domingo uno de sus momentos más decisivos. DilMa Rousseff, la heredera del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, se enfrenta al socialdemócrata José Serra (PSDB) por la presidencia del país. La contienda política salpica a todos los ámbitos de la sociedad. A falta de carteles -prohibidos por la municipalidad de São Paulo-, jóvenes contratados agitan banderas de colores al paso de los automovilistas. A esos banderines se unen ahora los azules que buscan enganchar clientes para Vivo, la mayor empresa de móviles de Brasil, por cuyo control Telefónica acaba de pagar 7.500 millones de euros. La imagen puede servir de metáfora de lo unidos que están en Brasil política y telecomunicaciones, y de lo mucho que hoy se juega el sector.

El Gobierno quiere llevar Internet a las favelas y reducir el precio del móvil

El Gobierno brasileño tiene dos importantes planes en marcha que pueden cambiar el rumbo de las telecomunicaciones. El Plan Nacional de Banda Larga (ancha) aspira a multiplicar por tres el número de hogares conectados desde los 18 hasta los 40 millones en 2014 y, en un futuro, universalizar el acceso para que Internet llegue también a las favelas. Nueva asignación de frecuencias (banda H) que amenazan con romper el actual reparto del mercado entre cuatro operadores -Vivo (Telefónica), Claro (América Móvil), Oi (Brasil Telecom y Portugal Telecom) y TIM (Telecom Italia)-, dando entrada a nuevas empresas como GVT (Vivendi) o Nextel. También está pendiente una nueva regulación de la televisión de pago que permitirá al capital extranjero controlar los canales de pago, ahora restringidos a inversores nacionales.

Telefónica sabe lo que se juega y quiere estar a bien con el presidente que salga de las urnas. "Salga un candidato u otro, Brasil va a seguir siendo la locomotora de Latinoamérica, por el crecimiento de la economía y de su clase media, fruto de la política de distribución de ingresos que ha marcado los últimos años en Brasil", señala Antonio Carlos Valente, presidente de Telefónica Brasil.

El guiño a las políticas de Lula va más allá de la alabanza. En vísperas electorales, Telefónica acaba de anunciar que instalará un centro de I+D en Brasil para dar cobertura a toda la región. La operadora española sabe que el país puede convertirse en el granero de sus ingresos, desplazando incluso a la filial española. "Brasil es el mercado más importante por clientes, con más de 73 millones, y por ingresos y resultados camina a consolidarse como el segundo mercado, no solo porque tiene dimensiones amazónicas, sino por el imparable crecimiento de su economía", apunta Valente.

Pero el Gobierno no está tan satisfecho. De ahí el plan de banda ancha, para extender el acceso a Internet y hacerlo más asequible, y la amenaza de resucitar al ex monopolio Telebras ante la indolencia de los operadores privados. En un país en el que el sueldo mínimo es de 506 reales al mes (240 euros), no resulta precisamente asequible un paquete de voz e Internet por más de 50 euros. La velocidad es baja (1 mega, usualmente); la cobertura, mala, y hay frecuentes cortes frente a los que el usuario está casi indefenso. El regulador Anatel, que prohibió a Telefónica en 2009 que siguiera comercializando su servicio hasta solucionar los problemas, va a exigir unos mínimos de calidad a las empresas y a crear una oficina de reclamaciones para los usuarios.

"El deseo de las operadoras es acelerar la penetración de Internet en Brasil, pero para eso es necesaria una colaboración con los poderes públicos y tomar decisiones que están en manos del poder político, como la asignación de frecuencias o la bajada de impuestos que gravan las telecomunicaciones y que superan en algunos casos el 40%, porque es un freno a la llegada de nuevos consumidores, especialmente los de más bajos ingresos", indica Valente.

Esta situación de precios abusivos se reproduce en el mercado del móvil. Brasil está a la cabeza de los países más caros, según casi todos los estudios internacionales. El de GSM, que agrupa a todos los operadores, señala que es el tercero más oneroso tras Turquía y Uganda. El presidente de Vivo, Roberto Lima, lo atribuye a la metodología errónea empleada en los informes, que no tienen en cuenta los descuentos (aunque tampoco los del resto de países). "Vamos a trabajar con los organismos internacionales para homogeneizar los criterios y llegar a la conclusión de cuál es el verdadero precio. Lo cierto es que Brasil tiene 190 millones de líneas móviles, y eso no sería posible con un nivel de precios como el que dicen los estudios. Ningún sector, ni siquiera el financiero o el de seguros, llega a tanta gente", apunta.

Anatel no está muy de acuerdo. La asignación de nuevas frecuencias este año es crucial en un país en el que, aunque la penetración es casi del 100%, la tercera generación (3G) que permite conexión a Internet, apenas alcanza al 6% de las líneas. El regulador quiere abrir el mercado a nuevos operadores y los actuales temen no lograr suficientes frecuencias.

Pero si Brasil vive una contienda electoral, en Telefónica también hay una lucha de poder. Tras la compra de Vivo a Portugal Telecom y el anuncio de su fusión con Telesp, el sector descontaba que Valente o, sobre todo, Lima, brasileños, asumirían el control. Pero la decisión de César Alierta, presidente de Telefónica, de reordenar el área latinoamericana y nombrar a Luis Gilpérez, español, responsable máximo para Brasil ha roto esquemas. "No hay superposición. Gilpérez tiene una gran experiencia y nos ayudará a coordinar las operaciones fijas y móviles. Yo mantengo las atribuciones que ya tenía en el campo institucional y de comunicación", dice Valente. "Somos un equipo que trabaja en red", afirma lacónico Lima, un ejecutivo de perfil más ambicioso que ahora verá recortados sus poderes ejecutivos. Más fácil será la salida de Vivo de los directivos procedentes de Portugal Telecom. No habrá ninguna purga y sí algunos compromisos de recolocación.

Sobre la tormentosa relación de PT y Telefónica en los años que compartieron la gestión de Vivo, Lima se muestra cauto y dice que es propio de este tipo de operaciones. Pero tanto él como su equipo saben que están ahora bajo presión. Telefónica ha pagado mucho dinero por la marca y quiere ver los frutos cuanto antes. "Para Telefónica, Vivo es un activo estratégico, y estoy seguro de que recuperará su inversión".

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Sobre la firma

Ramón Muñoz
Es periodista de la sección de Economía, especializado en Telecomunicaciones y Transporte. Ha desarrollado su carrera en varios medios como Europa Press, El Mundo y ahora EL PAÍS. Es también autor del libro 'España, destino Tercer Mundo'.
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