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La muerte de Joan Solà deja la filología catalana sin su gran referente

El lingüista trabajaba en la ya encauzada 'Gramàtica normativa del català'

A poco de recibir la Creu de Sant Jordi en 2005, el filólogo y lingüista Joan Solà (Bell-lloc d'Urgell, 1940) afirmó: "La lengua la mantiene un pueblo, no los científicos". Cierto, pero hay científicos y científicos. Su muerte, acaecida en la madrugada de ayer en Barcelona por un cáncer que le perseguía desde hace un tiempo, así lo demuestra y deja por el momento rota una cadena de grandes gramáticos y lingüistas que arrancó con Pompeu Fabra, seguía con Joan Coromines y hasta ahora continuaba con él mismo.

Desde las nueve de esta mañana y hasta las 15.30 horas, a petición de su familia, la capilla ardiente estará instalada en el paraninfo del edificio histórico de la Universidad de Barcelona. Allí se celebrará una ceremonia de despedida.

Era su escenario natural: en esa facultad se licenció en Filología Clásica en 1965 y en ella ejerció como profesor hasta el 17 de junio de este año, cuando la enfermedad le había ya debilitado.

El pequeño despacho que ocupaba, abarrotado de libros, era inversamente proporcional a su labor, que se ha saldado con casi 40 libros, algunos ya fundamentales, como la Gramàtica del català contemporani (2002) en tres volúmenes que promovió y dirigió. "Una obra que merece un lugar de honor en las estanterías junto a las gramáticas de Fabra, el diccionario Alcover-Moll y el diccionario de Coromines", fijaba ayer el filólogo Albert Branchadell.

Su preocupación por el uso social de la lengua para garantizar su futuro e indisolubilidad con el porvenir de la cultura y la política catalanas era para él tan notoria y vital que no dudó, como su maestro Fabra, en iniciar una asidua y contundente presencia mediática, nada ajena a su compromiso sociopolítico. Eso explica que ayer buena parte de las manifestaciones de pésame aparecieran raudas en boca de políticos como el presidente de la Generalitat, José Montilla ("se dedicó en cuerpo y alma a la divulgación y defensa del catalán; muchas lenguas europeas querrían un lingüista como él); el vicepresidente, Josep Lluís Carod Rovira ("es el filólogo del pueblo: ha hecho el esfuerzo más grande para acercar el trabajo de su campo a la gente"), y el presidente de ERC, Joan Puigcercós ("un patriota y filólogo ejemplar").

Pero no se distraía facilmente. Así, deja encauzada la Gramàtica normativa del català ("estará en 2011", decía) y Empúries prepara L'última lliçó, con sus discursos y escritos recientes; además, inició una nueva edición de la traducción de Carles Riba de la Odisea, que consideraba un momento estelar de las letras catalanas. Él ha protagonizado otro.

Más información en página 50

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