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Columna
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Políticas de Gobierno

No deja de llamar la atención que, ante el cambio de Gobierno de Rodríguez Zapatero, las lecturas políticas de unos y otros estén, en principio, alejadas de la realidad y de las preocupaciones de los ciudadanos. Al Gobierno, lo que más parece importarle es recuperar la iniciativa y el terreno en las encuestas. Al PP le preocupa lo contrario, esto es que el Gobierno siga débil y lejos en la intención de voto. Creo que los ciudadanos normales -normales somos todos, me refiero a los que no están especialmente posicionados en uno u otro bando ideológico-, tienen una actitud bien distinta. Al común de los mortales -ahí sí que nos incluimos todos-, lo que le interesa es que el Gobierno sea bueno, tenga peso político y resuelva los problemas. Si eso le hace avanzar en las encuestas, mejor, pero no debería ser lo principal. Lo importante es que progrese en la lucha contra el paro, en el fin del terrorismo, en la prestación de los servicios públicos, etcétera. Sin embargo, poco de esto hemos oído en las valoraciones de los socialistas. Menos, por no decir nada, en las realizadas, con micro abierto o cerrado, por algunos dirigentes del PP. Y es que, por increíble que parezca, al PP solo le interesa que el PSOE no recorte diferencias, que la economía no se mueva de donde está.

Y en esto el PP tiene o puede tener un problema, pues cuando uno confía sus expectativas electorales a lo que hagan otros, malo. Y si uno, además, necesita que factores externos incontrolables, por ejemplo la marcha de la economía mundial, se alineen en su favor, es más peligroso, ya que, como suele decirse, "lo que Dios te dio, Dios te lo quitó". De ahí que, si el PP sube en las encuestas no por méritos propios sino por deméritos y circunstancias ajenas, puede pasar que, si la economía mejora de aquí al 2012 y el Gobierno avanza en soluciones, también cambien las expectativas electorales.

No soy de recomendaciones, pero en la situación que estamos aconsejaría que unos y otros se dediquen a hacer bien su trabajo, que es lo que los ciudadanos esperan de un Ejecutivo y de una oposición que aspira a gobernar. El día de las elecciones llegará y los electores valorarán a unos y otros cabalmente, como se ha hecho siempre. Y si no, que lo pregunten a Rajoy. Los ciudadanos elegirán como representantes a aquellos en los que vean mejor representados sus intereses y no se fijarán en las encuestas de hoy.

Ahora hay un estado de ánimo y casi un clamor de crítica hacia los gobernantes socialistas por la crisis y por la forma de actuar. La oposición se aprovecha y se crece. Sin embargo, nada hace. Y a quien pretende hacer, como ha sido Ruiz Gallardón en la convención del PP de este fin de semana en Madrid pidiendo "propuestas, además de la crítica al Gobierno socialista", le manda a callar Rajoy.

Mientras, en Linares, Javier Arenas, en la misma línea, dice que el PP está en el mejor momento de su historia. Vuelve a referirse a las encuestas y no a su trabajo en la oposición, pues nada ha hecho distinto desde que perdió sus primeras elecciones a esta Comunidad.

Los famosos 13 de puntos de ventaja de los se vanagloriaba Rajoy en este mismo congreso (olvida la cantidad de suspensos que él mismo lleva acumulados en esos mismos sondeos) no dicen nada a la mayoría de la gente, aunque imagino que animarán a los incondicionales pensando que tienen tomado el santo por la peana. No obstante, hay otros muchos votos de ciudadanos que quieren saber sus propuestas de Gobierno, como exige Gallardón, a quien le ordenan callar.

Tal vez, cuando se conozcan los resultados de las elecciones, echen de menos su falta de autocrítica y ceses en Valencia o en Valladolid, por ejemplo, y de más su falta de discurso para gobernar. Con esta forma de hacer política es normal que, si el PSOE ha hecho autocrítica, vuelva a extenderse la ilusión entres sus militantes y simpatizantes. Solo falta que conecte con los intereses de los ciudadanos para recuperar una confianza que el PP quiere que le llegue como a los niños los juguetes, por la chimenea.

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