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Reportaje:FÚTBOL | Internacional

El llanto de los clásicos

Liverpool, United y Arsenal, la vieja élite del fútbol inglés, penan cada vez más ante el auge de los nuevos ricos: City y Chelsea

La crisis ya crónica del Liverpool, la tragicomedia vivida esta semana por el Manchester United con la renovación de Rooney e incluso la preocupante sequía de títulos del Arsenal tienen un punto en común: reflejan, cada una a su manera, los problemas de la vieja élite del fútbol inglés con la llegada de los nuevos ricos. Roman Abramovich ha logrado empotrar al Chelsea entre los grandes de la Premier y los petrodólares de Abu Dhabi intentan hacer lo mismo con el Manchester City. Al City parece costarle llegar a la cima algo más que al Chelsea. El año pasado se quedó sin plaza para la Champions, lo que siempre hace más difícil atraer a las verdaderas figuras mundiales del fútbol. Este año han arrancado bastante bien, aunque ayer tropezaron con el Arsenal: 0-3. El único consuelo del City es que jugaron con 10 hombres desde el minuto cinco. Nadie cree que el City sea hoy por hoy candidato al título, pero ayer alineó a un puñado de jugadores de buen calibre: Barry, Balotelli, Silva, Yayá Touré, Tévez, Adebayor... Y muchos creen que detrás de la saga Rooney de esta semana están los millones del Abu Dabi United Group y la vanidad del jeque Manssur Bin Zayed al Nahyan.

Según varios medios británicos, Rooney tenía una oferta del City con un sueldo de 23,4 millones de euros anuales. Rooney justificó sus ganas de marcharse con la falta de ambición de futuro de los actuales propietarios del Manchester United, pero dio marcha atrás cuando le subieron el sueldo hasta los 10 millones de euros y le prometieron refuerzos para el club. El viernes renovó hasta 2015. Los dueños de City y Chelsea son tan inmensamente ricos que tienen el poder de desestabilizar a cualquier jugador. Abramovich, sin embargo, se ha dado cuenta a tiempo de que no puede abusar de su dinero porque ya empezaba a haber una reacción a nivel europeo para que la UEFA prohíba ese tipo de inversiones a fondo perdido. El City aún está en formación.

El Arsenal tiene un problema especial: sus propietarios son financieramente conservadores y no quieren hipotecar el futuro del club: la prioridad es pagar el nuevo estadio. Pero Liverpool y Manchester United tienen un problema común: son propiedad de inversores estadounidenses con pocos conocimientos de fútbol y la prioridad de ganar dinero. Un objetivo imposible en el Liverpool. Tom Hicks y George Gillet han vendido el club a New England Sports Venture, propietarios del Boston Red Sox, por 337 millones, por lo que su aventura inglesa les ha costado una fortuna.

Hicks y Gillet, al igual que la familia Glazer en el United, compraron los clubes con créditos que se cargan a la empresa, en lo que los británicos llaman un leveraged buyout, una compra apalancada en la que las acciones de la empresa son la garantía del crédito. El problema es que son los clubes los que están pagando los intereses, reduciendo así las posibilidades de fichar nuevos jugadores o retener a los más ambiciosos, como ocurrió con la marcha de Cristiano Ronaldo al Madrid. No es que Liverpool y United no hayan gastado nada. Benítez ha gastado mucho dinero en mediocridades, con la excepción de Torres (que ayer rompió su sequía y marcó por fin el gol del triunfo ante el Blackburn, 2-1), Reina y Xabi Alonso. Pero ninguno de los clásicos puede ahora competir en el mercado con los nuevos ricos.

Cesc conduce el balón ante la mirada de Silva.
Cesc conduce el balón ante la mirada de Silva.GETTY

PSV, 10; Feyenoord, 0

El Feyenoord, campeón de Europa en 1970, sufrió ayer la derrota más abultada de su historia: 10-0 contra el PSV Eindhoven. Al líder de la Eredivise holandesa solo le hicieron falta 63 minutos para anotar los 10 tantos, entre ellos un triplete de Reis. Es el tercer 10-0 en la historia del PSV, que ya le endosó uno al Go Ahead Eagles en 1973 y otro al Volendam en 1998.

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