Los buenos soldados. Muerte , miseria y decepción en la guerra de Irak
Además de un gran artesano de Hollywood, autor de un filme bélico tan grande como Uno rojo, división de choque, Samuel Fuller conoció de cerca los campos de batalla de la II Guerra Mundial porque participó en el Día D, sobrevivió a Omaha Beach durante el desembarco de Normandía. Su descripción de un conflicto desde el punto de vista de los soldados se acerca bastante a lo que relata el periodista de The Washington Post David Finkel en su estupendo libro / reportaje Los buenos soldados. Narraba Fuller que se les acercó un general y en vez de soltarles "arengas y chorradas", les espetó: "Hay unos desgraciados que tienen un puto trabajo que hacer y esos desgraciados sois vosotros". Y luego describía el cineasta las principales preocupaciones de un soldado en el campo de batalla: primero sobrevivir y luego comer, cagar, lavarse los calcetines ... "Tíos, ¿tenéis cagaderos?", pregunta un muchacho durante una patrulla instantes antes de que estalle una bomba al paso de su convoy en uno de los peores barrios de Bagdad. "Oí las detonaciones de las balas y por algún motivo u otro me quedé allí de pie sin más, saqué mi arma y disparé y recuerdo que vi como si de la cabeza de un tipo, fue extraño, como si saliera un vaho rosa de la parte de atrás de la cabeza y pensé, 'bueno, uno menos", relata otro soldado para describir su primer muerto en combate. Durante un año, en 2007, justo cuando el Ejército de Estados Unidos lanzaba su ofensiva -el famoso surge que ahora el general Petreus está aplicando en Afganistán- para tratar de pacificar el país sumido en una guerra civil que se solapaba con una guerra contra los invasores, Finkel siguió a una unidad de combate como periodista empotrado (permitir que haya informadores dentro del Ejército de Estados Unidos es tal vez la única buena idea que tuvo Donald Rumsfeld como secretario de Defensa de George W. Bush). El resultado es un extraordinario viaje a la brutalidad de un conflicto, es una descripción de lo que la violencia inflige a los seres humanos, tanto a aquellos que la padecen como a aquellos que la practican. "La guerra ya ha terminado para ti, amigo mío', le dijo su oficial superior y de todas las cosas que había dicho en la vida jamás nada había parecido menos cierto que aquello", relata Finkel. De eso va Los buenos soldados, de cómo las guerras no acaban nunca y también de la capacidad para narrar que despliega el mejor periodismo.
Los buenos soldados. Muerte, miseria y decepción en la guerra de Irak
David Finkel
Traducción de Enrique Herrando
Crítica. Barcelona, 2010
297 páginas. 22 euros
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