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Crítica:ROCK | The Cabriolets
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El linaje y los prejuicios

Los apellidos ilustres abren muchas puertas, claro, pero también acarrean ciertas sospechas sobre el verdadero mérito de sus titulares. Y a Bimba Bosé le costará mucho deshacerse del sambenito de "sobrina del célebre cantante" y "diva del pujante diseñador de moda", otro personaje enquistado en la órbita familiar. Como buenos mentores, Miguel Bosé y David Delfín arroparon anoche a su discípula en El Sol (y saltaron desde la primera fila) con motivo de la presentación del segundo álbum de The Cabriolets, Close, pero no eran los únicos rostros ilustres que engrosaban el aforo de la angosta sala. También se dejaron caer Alaska y Mario Vaquerizo, las hermanas Llanos (Dover), Pepón Nieto y hasta ¡La Shica! Es lo que se llama tener contactos.

Puesto que hacer dúos con Papito resulta más sencillo para quien comparte linaje que para el resto de los mortales, la buena de Eleonora Salvatore González-Lucas (que tal es su nombre real) pretende mostrar la auténtica dimensión de su talento con una banda propia en compañía de su marido, el bajista Diego Postigo. El empeño, lejos de avalarla, corre el peligro de acabar nutriendo la malicia popular. "Tienes menos sangre que un disco de The Cabriolets", le dirán al pusilánime en una fiesta de enteradillos y modernos. Y las risotadas consiguientes se escucharán hasta en las urbanizaciones de Somosaguas.

Pasados por el algodón del directo, Bimba y sus chicos demuestran ser un grupo más bien irrelevante, tan menor como varias docenas de bandas que nutren los garitos sin que suceda gran cosa. Solo que Los Cabriolets tienen más amigos famosos y explotan la androginia extrema de su cantante, lo que, bien pensado, tiene cierta gracia. Porque la Bosé realzó anoche su figura espigadísima con pantalones oscuros y camisa de leñadora.

El nuevo guitarrista, Manuel Cabezalí, proviene de Havalina, una banda lo bastante minoritaria como para no provocarle sarpullidos a nadie. Y Bimba no es ningún sieso sobre las tablas. El repertorio es plano, sin aristas: indie para un pijerío guaperas. Pero reservemos la bilis, si no queremos ejercer de prejuiciosos, para casos más dañinos.

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