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Reportaje:

El científico que no fue presidente

Un libro realza el trabajo investigador de Osorio-Tafall, último comisario de Negrín

Para hablar de Bibiano Fernández Osorio-Tafall (Pontevedra, 1902-México, 1990) había que elegir un ángulo, y Xosé Francisco Pardo Teijeiro, biólogo, eligió la historia de las ciencias. Es la contribución principal de Osorio-Tafall. Un científico e político galego no exilio (Edicións A Nosa Terra) al conocimiento del gallego que más cargos acumuló fuera del franquismo. De director del instituto de Pontevedra e investigador de la Misión Biológica de Galicia a representante especial del secretario general de la ONU.

"Faltaba la parte científica", resume el autor, que dedicó seis años a la biografía. Primer alcalde de la II República en Pontevedra (1931, por la Organización Republicana Gallega Autónoma) e impulsor del Estatuto, comisario general de los Ejércitos de la República hasta los últimos días de la guerra, el que fuera hombre de confianza de Negrín, otro científico, publicó en su exilio mexicano (1940-1948) más de 200 trabajos sobre hidrobiología, botánica, agricultura y explotación de recursos naturales. "Hizo allí lo nunca visto".

Su primer conflicto diplomático fue una conferencia de Paz Andrade
En 1978 rehusó la oferta de Suárez de presidir la Xunta preautonómica

Pesó su proximidad a Negrín, según apunta Santiago Álvarez, fundador del PCG, en Osorio Tafall: su personalidad, su aportación a la Historia. Quizás fue una forma de olvido. A cargo del Servicio de Evacuación de los Refugiados Españoles, Tafall había recorrido en 1939, acompañado de la fotógrafa estadounidense Ione Robinson, todos los campos de concentración franceses. Los combatientes de la República Española a los que tuvo que seleccionar eran, de hecho, prisioneros de guerra de la República Francesa. Exiliado en el México de Lázaro Cárdenas, se volcó en la investigación.

Tanto, que hubo que cambiar las leyes. "Reivindicó la necesidad de incorporar a la soberanía nacional la soberanía de costa, defendiendo la plataforma continental de México para el país. La propuesta se llevó al Parlamento y se cambiaron tres artículos de la Constitución". En sus viajes por el Golfo de California descubrió el potencial de las islas guaneras -guano es el fertilizante que resulta de los excrementos de aves marinas-, donde permaneció, solo, medio año. "Es entonces cuando se crea la empresa Guanomex, pero fueron sus informes los que revelaron la importancia de los guanos para hacer fosfatos". Rastrear su trabajo se hace más difícil desde 1949, cuando la FAO lo nombra director regional de pesca para América Latina, dividiendo el tiempo entre Washington y Santiago de Chile. "Lo que tenía lo donaba a las bibliotecas, pero su obsesión siguió siendo la pesca, porque en Chile comer pescado todavía era tabú".

Entonces la experiencia de Osorio se desdobla. Entre 1959 y 1967, como representante de la ONU en Indonesia y en África, especialmente en el Congo, donde la pacificación, tras una asonada monitorizada por la CIA, no podía salir bien. En Chipre, donde estudió la flora, trabajó hasta 1974 como vicario del secretario general de la ONU, el conservador Kurt Waldheim.

Dejó familia repartida entre Galicia y México -de donde proviene el principal archivo de la investigación, comprado por el Museo de Pontevedra-, quizá por haber vivido de cerca el asesinato del periodista y poeta Roberto Blanco Torres, elegido por él para llevar la propaganda de Gobernación y capturado en A Peroxa, cuando venía a por su familia. "En todas las etapas de su vida tiene como premoniciones que le hacen anticiparse. Incluso el momento en el que pasa de funcionario de la FAO a diplomático", señala Teixeiro. Su primera mediación internacional llegó tras una conferencia de Valentín Paz Andrade en Caracas. El impulsor de Pescanova había criticado el saqueo estadounidense de las pesquerías venezolanas. Paz Andrade, "los ojos de Osorio en el exilio", según Teijeiro, lamentaría después no haberlo incluido en su proyecto.

Menos remilgos tuvo Adolfo Suárez, que se entrevistó con Osorio en 1978, según Teijeiro, "para proponerle la presidencia de la Xunta preautonómica". El científico para quien ciencia y capitalismo eran "imposibles de conciliar", admirado, de diferentes maneras, por Joan Crawford, María Félix o la misma Ione Robinson, con quien se casó en falso, fue amigo circunstancial de arzobispos próximos al Vaticano y no quiso, sin embargo, ser Rosón ni Quiroga. No es que fuese comunista cuando se jubiló, en 1974, pero eligió México. Quizás es que, como apunta el autor, "nunca perdonó a Franco".

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