El Espanyol también sabe ganar fuera
Luis García firma la victoria en Mallorca en inferioridad numérica
El primer gol y la primera victoria del Espanyol a domicilio llegaron en Mallorca. Infalible en su campo, donde ha ganado sus tres partidos, el equipo de Pochettino resistió con 10 durante más de una hora y se acabó llevando los tres puntos y un subidón de confianza.
A la media hora, un par de decisiones del árbitro, Iglesias Villanueva, cambiaron la cara al partido. Una diablura de Luis García por la derecha acabó con el delantero blanquiazul en el suelo tras un agarrón de Kevin. El forcejeo comenzó fuera del área, pero acabó dentro y el árbitro señaló penalti. El propio Luis recogió el balón, batió por los pelos a Aouate y lo celebró con pirueta incluida, incendiando los ánimos de su antigua afición. Con el ambiente ya caldeado, Osvaldo extendió el brazo en un salto y golpeó en la cara a Crespí. Iglesias lo vio claro: tarjeta roja directa. Perdida su referencia en punta, el técnico espanyolista adelantó a Callejón y desplazó a la izquierda a Verdú. El plan era mantener la calma. Aguantar.
MALLORCA 0- ESPANYOL 1
Mallorca: Aouate; Ratinho, Crespí, Ramis, Kevin; Nsue (Pereira, m. 58), Martí, De Guzmán, Castro; Víctor (Webó, m. 58) y Cavenaghi (Sergi Enrich, m. 72). No utilizados: Lux; Ayoze, Rubén y João Víctor.
Espanyol: Cristian Álvarez; Chica, Forlín, Víctor Ruiz, David García; Duscher, Javi Márquez (Baena, m. 74); Luis García, Verdú (Javi López, m. 88), Callejón (Vázquez, m. 68) y Osvaldo. No utilizados: Dinu; Dátolo, Rodríguez y Sergio García.
Gol: 0-1. M. 31. Luis García, de penalti.
Árbitro: Iglesias Villanueva. Expulsó directamente a Osvaldo (m. 35). Amonestó a Luis García, Kevin, Callejón, Martí, Crespí y Duscher.
13.021 espectadores en el Iberostar Estadi, de Palma.
Pero la primera jugada de la segunda parte, con Luis García a punto de marcar el segundo gol en un contragolpe, prefiguró lo que estaba por venir. El Mallorca fue incapaz de hacer valer su superioridad numérica ante un rival que mantuvo el orden atrás y que, en la medida en que pudo, explotó la velocidad de sus extremos. Durante 45 minutos, los de Laudrup no chutaron entre los tres palos mientras el Espanyol barría el área balear con Callejón convertido en una pesadilla para los defensas.
Con uno menos, el conjunto blanquiazul se vació por completo, desplegándose con fiereza. Perdonó uno, dos, tres goles. Demasiados. Pero no hubo castigo porque el Mallorca no apretó los dientes ni siquiera cuando los de Pochettino iban ya con la reserva.
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