Zumos en pie de guerra por el etiquetado
Resulta difícil diferenciar en los envases si es exprimido o de concentrado
Multinacionales como Eckes Granini, Coca-Cola -Minute Maid-, Pepsico -Alvalle- y españolas como J. García Carrión -Don Simón- o Pascual han protagonizado en los últimos tiempos, por activa y por pasiva, una batalla en el sector de los zumos con la publicidad engañosa sobre el contenido de los envases como ejes de los debates. Aunque, sobre el papel, la normativa sobre la clasificación de los zumos es clara, en la realidad se ha producido una situación de confusión para el consumidor.
Según la normativa en vigor hay dos clases de zumos. El exprimido, que se obtiene exprimiendo directamente la naranja y que se puede comercializar bien a temperatura ambiente o en frío, siempre que en todo el proceso no se rompa la cadena de refrigeración. Y por otro lado está el zumo de concentrado que se obtiene quitando al zumo el 85% de agua por un proceso de evaporación y que se reconstituye para su envasado añadiendo agua y u otros componentes como aromas o vitamínicos. Otros productos como el néctar, compuestos generalmente de zumo concentrado, agua y azúcar no se considera técnicamente como zumo. El zumo a base de concentrado se importa especialmente de Brasil o Estados Unidos y el exprimido procede casi en su totalidad de la naranja española.
El concentrado procede casi en su totalidad de terceros países
Las industrias españolas dominan el mercado del zumo exprimido
Las empresas multinacionales han apostado por el concentrado
J. García Carrión pide una publicidad en el envase que no induzca al error
Sobre el papel no debería haber confusión. Las directrices negociadas en su día entre la patronal más importante del sector, Asozumos, con el Instituto Nacional del Consumo, especificaba ya claramente el zumo exprimido, procedente ciento por ciento de la fruta y el zumo de concentrado.
Sin embargo, frente a lo que se podía entender como normas claras, el mercado de los zumos en nuestro país se encuentra envuelto en un clima de confusión ante el interés de todo industrial de que su producto se asocie directamente con la naranja fresca, aunque proceda de concentrado.
En una reciente jornada para el debate sobre la situación de los zumos organizada por la patronal Asozumos, el subdirector general de Consumo, Carlos Arnaiz, señalaba el compromiso de la Administración para vigilar la existencia de un etiquetado veraz, suficiente y adecuado sobre el contenido de los envases para facilitar una elección correcta del consumidor.
No debe ser así, cuando en la práctica, en el servicio a Autocontrol, donde se vigila la publicidad, se amontona el trabajo y las resoluciones sobre denuncias sobre incumplimientos. En el sector de los zumos, en los últimos años, una de las empresas más agresivas en su ofensiva para clarificar y diferenciar el zumo exprimido del concentrado fue el grupo J. García Carrión con publicidades comparativas ante multinacionales como Coca-Cola-Minute Maid-,
Danone o Granini o nacionales como Pascual.
Lo cierto es que en este momento todavía no se ha clarificado la situación en el sector. La empresa murciana ha pasado de las denuncias a una doble política. Por un lado, reclamar a la Administración central y comunidades autónomas una mayor vigilancia para evitar la publicidad engañosa en los envases. Por otra parte, informando y alertando a las organizaciones de consumidores para que, antes de comprar, lean los envases.
Para J. García Carrión, grupo líder en el sector, el consumidor debe tener la posibilidad de comprar un zumo basándose en una publicidad en los envases que no induzca al error. "Con Don Simón somos líderes en los mercados de zumo procedente de concentrado y también en el zumo que procede directamente de la naranja, el exprimido. Defendemos ambos mercados, aunque no ocultamos nuestra apuesta por el exprimido donde hemos hecho grandes inversiones, porque creemos que la demanda va por ahí y porque además procede de una naranja producida en el sector agrario español", explican. El mercado de los zumos en España supone 1.100 millones de litros y una cifra de negocio de 650 millones de euros.
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