Lorenzo ya tiene otro reto

Se arrancó a cantar We are the champions en la conferencia de prensa, ayudado por el jefe de su equipo en Yamaha, el holandés Wilco Zeelenberg, y seguía cantando de madrugada, con la voz ronca, para celebrar su título mundial en MotoGP. La fiesta en la terraza de su hotel en Kuala Lumpur fue pasada por agua: nadie se libró de la piscina. Y, entre chapuzón y chapuzón, el obligado: "¡Campeones, campeones!". Máxime, cuando llegó el otro triunfador, Toni Elías, campeón en Moto2. Y también, aunque con timidez: "¿Dónde está Rossi? Yamaha, ¿dónde está Rossi?".

Empieza una era. Porque Lorenzo tendrá no solo que defender su corona, ardua tarea con Valentino Rossi en Ducati y Dani Pedrosa y Casey Stoner en Honda, sino consolidarse como número uno de Yamaha. No quiere ser flor de un día. El desafío es mayúsculo. Y no tanto en 2011 como en 2012, cuando la cilindrada pasará de los 800cc a los 990cc. La M1 de 2011 aún podrá considerarse heredera de la moto a la que el italiano cambió la cara a su llegada a la fábrica japonesa: pasó de ser una más a ser la ganadora. Pero el modelo de 2012 será fruto del trabajo conjunto de Lorenzo y los ingenieros. Si algo debe demostrar todavía el español es que puede desarrollar una moto del mismo modo que Rossi fue capaz de hacerlo. Su equipo confía en él.

El recién proclamado campeón de la categoría reina tiene talento para ir en moto y, además, entiende el porqué de las cosas y sabe exprimir al máximo la máquina con ligeros retoques. Es uno de los aspectos en que más ha mejorado en los últimos años, dicen los suyos. "Jorge va siempre rápido. Así que sabe qué es lo que marca la diferencia entre ser simplemente veloz o tener ese algo más. Él sabe por qué va rápido. Nunca para de aprender", explica Lin Jarvis, director del departamento de carreras de Yamaha. "Es como una esponja. Lo absorbe todo", explica Ramón Forcada, su jefe de mecánicos.

"Nosotros fichamos a Jorge porque queríamos estar preparados para cuando llegara el día en que ya no estuviera Valentino. Porque nunca supimos cuándo se retiraría o decidiría cambiar las motos por los coches. No queríamos estar a la expectativa y encontrarnos con que no éramos competitivos sin Rossi", analiza Jarvis. El día ha llegado. Rossi ya no estará en 2011. Y Lorenzo asume el reto con tanta ilusión como ambición: "Nos falta potencia, pero la conseguiremos".