Una semana para hacer el mono
Kid Koala y Andrew Bird encabezan la segunda edición del festival Monkey Week
El Monkey Week es un festival raro. Pero no porque los organizadores huyan de las bandas habituales de otros macroeventos, ni porque dure cinco días (desde hoy hasta el próximo martes) o toquen 106 grupos entre bares, calles y un monasterio de El Puerto de Santa María (Cádiz). Es que está concebido como un escaparate para la industria independiente. Discográficas, artistas, managers, productores y promotoras de la escena indie se van a pasear para ver a Andrew Bird, Kid Koala, Pony Bravo o Triángulo de Amor Bizarro y, de paso, hacer contactos.
Si se cumple la media de asistencia de la primera edición, habrá unos 3.000 personas por día en este festival, que empieza hoy, a las 22.00, gratis, con Jonston, La Débil y Chico Biónico. A partir de mañana, el abono de tres días costará 60 euros y la entrada de un día, 28. Ese es el coste que permite ver a gente como Kid Koala, un dj que llegó a montar una performance de cinco horas con música lenta para animar a sus vecinos de Montreal (Canadá) a socializar en medio de una noche invernal.
El Puerto de Santa María acoge desde hoy a la industria musical alternativa
"Tenían que pintar, tejer o escribir... Quería que hiciesen algo más social", cuenta por correo electrónico. A cambio, su mujer, Corinne, cocinó galletas y pasteles por si le entraba el hambre a los artistas. Kid Koala, de nombre Eric San, es un melómano que atesora "más de 8.000 vinilos" y que mezcla música de todo tipo. "Según el humor que esté".
Lo único que le preocupa es no repetir fórmula. "Si tuviese que hacer el mismo tipo de álbum una y otra vez, me aburriría un poco", justifica. Conocido como el Rey de las Bandejas, es uno de los artistas internacionales reconocidos del festival, junto con el cantautor folk Andrew Bird o los punkis de los Buzzcooks. Pero eso no les da prioridad en el orden del cartel. Koala toca el domingo y los Buzzcooks, el lunes. La organización del evento dice que evita los nombres comunes de los macrofestivales. El objetivo, destacan, es descubrir música a la industria. Así que hay un escenario de bandas sin sello discográfico.
Allí no estarán los coruñeses Triángulo de Amor Bizarro, que sacan sus discos con Mushroom Pillow, y son de los que más han girado por escenarios alternativos. Pero si actúan mañana en el festival de El Puerto es porque lo consideran "casi el mejor de España". Isa Cea, bajista de la banda, cree que es una plataforma. "Se mojan y es superdivertido", opina desde su casa, en Abanqueiro, una aldea de Boiro (A Coruña), en la que vive con Rodrigo, el cantante, "al margen de la vida real".
Allí, entre muchos gatos y un pequeño huerto de pimientos de Padrón y tomates, han concebido su segundo disco, Año santo, en el que siguen indagando en el rock más ruidoso. Un álbum en el que mantienen una intención: "Hacemos lo que nos da la gana y componemos de forma muy egoísta, sin pensar en lo que se lleva", cuenta la risueña bajista de un grupo de agresivo directo, que si suma la edad de sus cuatro integrantes, tiene 100 años.
Cea se siente parte de "aquella explosión de grupos que se produjo hace dos años". Cuando los festivales, opina, empezaron a interesarle a mucha más gente. Algo debió funcionar entonces porque cada vez tocan más fuera de España, sobre todo en México, donde acaban de reeditar su primer disco con otro sello independiente.
Mientras, los Triángulo van al Monkey Week "a ver qué se cuece". Justamente la intención de Tali Carreto, uno de los organizadores. "Es una oportunidad para los profesionales extranjeros, que encima se pueden tomar un cartuchito de pescaíto frito y una birra a un euro".
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