Julián Muñoz niega haber cobrado sobornos de su "enemigo" Roca
"La pelea política de Marbella en 2003 hace imposible el pago", dice su letrado
Julián Muñoz, quizá el personaje más mediático de cuantos comparten banquillo en el juicio del caso Malaya, se ha buscado un abogado que tampoco le hace ascos a la fama. Javier Saavedra pronunció ayer el alegato en defensa del ex alcalde de Marbella en la cuarta jornada de cuestiones previas de la vista oral por la trama de corrupción.
La sesión de ayer, como todas las que se van a celebrar hasta noviembre, están pensadas para que los abogados de los 95 acusados planteen cuestiones, generalmente de forma, que afectan a las garantías procesales de sus clientes. Sin embargo, Saavedra se saltó el protocolo y entró en cuestiones de fondo. Empezó por negar de raíz la acusación de cohecho que pesa sobre Julián Muñoz, quien, según el fiscal, recibió 162.000 euros en sobornos del ex asesor urbanístico marbellí Juan Antonio Roca.
Según Saavedra, "ofende al sentido común" pensar que dos enemigos políticos irreconciliables como Muñoz y Roca -el ex asesor urbanístico propició la moción de censura que derrocó al alcalde en agosto de 2003- aparquen sus diferencias para pasarse sobres con dinero. "Don Juan Antonio Roca y don Julián Muñoz son unos malversadores, pero eso sí, de una honestidad entre ellos que es entusiasmante, porque después de que nos hemos peleado, te he echado del Ayuntamiento, te he preparado una moción de censura, nos hemos insultado, pero los 12.000 euros, soy un caballero y te los doy", ironizó Saavedra.
Con la alusión a los 12.000 euros, Saavedra se refería al apunte en la contabilidad de Roca, que supuestamente pagó esa cantidad en diciembre de 2003 a alguien con las iniciales J. M. Ese alguien, sostiene el fiscal, es Julián Muñoz. "Si coges la lista de corrupciones y ves las cantidades, este señor sería un hazmerreír en un ranking de corrupción", bromeó el letrado.
En otro archivo de la contabilidad de Roca, de noviembre de 2002, quedó reflejado que el tal J. M. recibió otros dos pagos, uno de 15.000 y otro de 135.000 euros. Saavedra se preguntó "en qué cuenta corriente está ese dinero". Y remachó: "Una pelea política del calibre que había en Marbella en 2003 da la certeza absoluta de que sería imposible ese pago". Sobre la supuesta enemistad eterna entre Roca y Julián Muñoz, las escuchas telefónicas del caso muestran cómo en la Navidad de 2005 ambos puntales de la corrupción marbellí se felicitaban las fiestas y se preguntaban por las familias.
El magistrado que preside el juicio, José Godino, pidió "con todo respeto y afecto" a Saavedra que se ciñera a las cuestiones previas. El letrado pidió la nulidad del auto del juez Torres por el que Julián Muñoz estuvo en prisión provisional entre julio de 2006 y septiembre de 2007. Según Saavedra, el instructor envió al ex alcalde a prisión por la "simple intuición" de que las iniciales J. M. correspondían a su cliente.
Godino se pone serio
Los abogados que intervinieron en la cuarta sesión del juicio del
caso Malaya
reclamaron la nulidad radical de las actuaciones y evitaron los ataques personales al juez instructor de la causa, Miguel Ángel Torres. El presidente de la sala, José Godino, solo tuvo que pararle los pies a uno, Julián Chamorro Gay, defensor del empresario Carlos Sánchez. Chamorro sostuvo que su cliente se vio en una situación que "se aproxima a una tortura", en su segunda declaración ante Torres, en julio de 2006. El presidente del tribunal le dijo al letrado: "No se puede hablar de tortura en este tipo de declaración, la instrucción tendrá irregularidades de otro tipo, se podrán haber cometido incorrecciones, pero hablar de tortura es excesivo, le ruego que lo retire". Chamorro, retiró su expresión y pidió disculpas.
Godino demostró que pese a los modos suaves que emplea no está dispuesto a dejar pasar ni una. El acusado José María Mellado, faltó del juicio sin permiso por segundo día consecutivo. Tras el receso Godino avisó de que si antes de acabar la sesión, Mellado no comparecía, ordenaría su arresto e ingreso en prisión. El magistrado hizo esta advertencia ante toda la sala, lo que se interpretó como un aviso al resto de procesados de que no está dispuesto a permitir que nadie ponga obstáculos extrajudiciales al proceso.
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