Del amor y sus traiciones
Desde el ventanal que ilumina la sala se divisa el embalse de Valmayor, el monasterio de El Escorial y una dehesa inmensa. Una tarde, reflexionando sobre el hecho de que uno siempre conoce a mujeres de la misma tribu y de características físicas bastante parecidas por esa fijeza que tiene nuestro corazón, decidió construir un personaje en el que mezclaría a todas sus novias. Jesús Ferrero (Zamora, 1952) acababa de encontrar a Beatriz, una mujer que participa de todas con las que ha tenido relaciones profundas y con ella el hilo de una novela a la que llevaba años dándole vueltas.
Esta vez Ferrero ha escrito la novela más cercana a su vida de toda su carrera literaria. Balada de las noches bravas se lee como una novela de aprendizaje y como un canto al amor imperfecto, un amor entendido en términos modernos, lo que implica la superación de muchas traiciones. "Tanto en el amor como en la amistad no hay relaciones que duren toda la vida si uno no está dispuesto a transigir con ciertas deslealtades que se van a producir en un determinado momento", cuenta en una de las salas de su vivienda. Entre los muebles de época y los impactantes cuadros de su esposa, Irene Gracia, se amontonan cuadernos, libros y esculturas de Mao, compradas en uno de sus viajes a China.
El narrador y Beatriz, la pareja que protagoniza la novela, se conocen desde la infancia. Son como hermanos, pero en su caso se trata de una pareja que "tiene en cuenta todas las imperfecciones de la relación afectiva y, aunque a veces sea con mucho dolor, no se empeña en que ética y conducta sigan el mismo camino. Ambos se verán obligados a transigir con problemas que en otra época podían provocar la muerte de la relación". Balada de las noches bravas surge en una dimensión donde el hombre y la mujer ya están muy igualados y eso es lo que determina esa relación. "El hecho de que en mi generación las relaciones hombre-mujer hayan cambiado sustancialmente respecto a nuestros padres obedece a que la mujer ha alcanzado más poder. Ese grito permanente de nuestras madres: 'Me tenéis convertida en una esclava, me tiraría por la ventana, vivo entre cazuelas...', ha dado sus frutos en sus hijas que se han ganado a pulso el cambio".
La novela aborda la exploración de la sexualidad y el erotismo grupal. Beatriz y Ciro se mueven en un círculo de amigos -una cuadrilla en la que todos pasan por todas y al revés- con la peculiaridad de que todos son poetas y aspiran a un destino literario. Balada de las noches bravas no cuenta la historia de una pandilla sino la de una generación de poetas de provincia que tienen muy metido en la cabeza el mito de París. Balada de las noches bravas pone voz a la última generación de afrancesados. Ferrero sostiene que Francia ha perdido el prestigio y la influencia cultural que tenía hace tan solo veinte años. "Nadie se esperaba ese destino y yo menos que nadie, por eso esta novela incide en el intento de narrar ese último momento glorioso de París como ciudad faro e influyente, empezando por sus pensadores. Sigue habiendo jóvenes fascinados por Francia y su cultura, pero ya son casos aislados". Para su generación el país vecino significaba una patria cultural y ahora padece el grado cero del pensamiento, como casi toda Europa. "Cuando Francia decae es un mal síntoma porque desde la Revolución Francesa ha representado la vanguardia; ahora impera el declive por ciertas formas de saber, por este espíritu de deconstrucción que nos invade", dice. "De esta demolición de todas las creencias ya actuaban como mensajeros filósofos -personajes también de la novela- Althusser, Foucault o Deleuze. El mundo rizomático del que hablaba Deleuze es ya el de la Red y Althusser, que tanto hablaba de la responsabilidad, acabó estrangulando a su mujer, aquello fue el comienzo del fin de aquella escuela".
La novela va trazando los avatares del narrador y de todos los que le acompañan. Cada vicisitud implica una muerte y una resurrección. Ferrero utiliza el lenguaje de las sensaciones para concluir la obra en el momento en que finaliza ese periodo juvenil tan determinante de la vida. Como con Ángeles del abismo, el autor ha necesitado guardar distancia de los hechos para recrearlos narrativamente. "Esta obra me ha acompañado los últimos quince años aunque hace un par que decidí olvidarme de todas las versiones y, en un estado de gracia, reescribirla íntegramente para que el lector en ningún momento sintiera esa pátina que da el tiempo a los textos de gestación larga". Ángeles del abismo y Balada de las noches bravas son dos novelas hermanadas. De hecho podría haber una tercera pero "sería totalmente independiente aunque tocaran el mismo punto. No quiero que ninguna de mis novelas sea tributaria de otras. Quizás podría tocar el mundo de Madrid y Barcelona, ciudades con las que tengo una deuda y que fueron el escenario de una parte también de mi juventud".
Balada de las noches bravas coincide en el mercado con un puñado de libros que rozan lo biográfico y cuyos autores pertenecen a la misma generación que Ferrero. "Periódicamente, la novela necesita crear un nuevo efecto real que la reconvierta en un género vivo y convincente; ahora el género narrativo necesitaba mucho la mezcla y la confusión de vida y ficción para volver a conquistar su espacio", añade, al tiempo que sugiere que esa avalancha de realidad también se puede deber a que los escritores de su quinta atraviesan en este momento de la vida, de plena madurez, girar la vista hacia el pasado y comprenderlo.
Poeta, ensayista, guionista, periodista, Ferrero se toma en serio todo lo que hace. "No hay géneros menores".
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