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Entrevista:CARLOS GARAIKOETXEA. EX 'LEHENDAKARI'

'Tengo la esperanza de que la paz sea posible y esté próxima'

Luis R. Aizpeolea

Carlos Garaikoetxea (Pamplona, 1938), primer lehendakari (1980-1984) del Gobierno vasco tras la aprobación del Estatuto de Autonomía, regresa al tablero político en un momento en que cree que se puede acabar con la violencia "de una vez por todas". Con esa convicción, su partido, Eusko Alkartasuna (EA) se ha "metido en el fregado" de colaborar con la izquierda abertzale para intentar ese final. Por eso, algunos le consideran como el Telesforo Monzón del siglo XXI, en alusión al fallecido ex dirigente del PNV que durante la Transición fue referente de Batasuna. Él aclara que no tiene ninguna pretensión de jugar ese tipo de papel.

Pregunta. Usted calificó de "relevante" el comunicado del parón de ETA y adelantó que daría "otros muchos" pasos.

"Si ETA no secunda lo que su base social le está pidiendo, está cavando su propia fosa"
"Hay que tener paciencia con este proceso, insoportablemente lento"

Respuesta. Aunque nos hemos acostumbrado al desengaño de las treguas frustradas, el que cesen los atentados tiene un valor en sí mismo. Pero es relevante porque hay un diálogo entre la izquierda abertzale y ETA, en el que ETA va a remolque de la izquierda abertzale. Nos llega de la izquierda abertzale el mensaje de que la tregua es irreversible, pese a la incógnita en ETA. Y con todo el riesgo que tiene esta apuesta creemos que en la mejor de las hipótesis, de que exista una inclinación de ETA a seguir las exigencias de su brazo político, debemos tener paciencia y dar tiempo ante la complejidad de aspectos que acompañan a ese proceso: verificaciones internacionales, procesos de desarme o políticas penitenciarias.

P. ¿Le parece un paso el segundo comunicado de ETA, su respuesta a los mediadores internacionales?

R. Sí. También insuficiente. Me sorprende que ETA tarde seis meses en responder a unos premios Nobel que se muestran dispuestos a tratar de su propuesta. Pero también porque encierra una genérica pretensión de arrogarse como propios asuntos que van más allá de lo que les corresponde. Pero es un paso porque ETA acepta entrar en la propuesta de los mediadores que contiene aspectos claves, como la declaración Mitchell, que rechaza la intervención armada y toda clase de amenaza.

P. ¿No es desalentador que ETA trate de tutelar el proceso como interlocutor?

R. Tampoco tiene que sorprender demasiado conociendo el paso de elefante de ETA con sus decisiones. Ciertas cosas, que nos pueden parecer insatisfactorias, son inevitables en ese mundo. Tiene una tradición tan larga, de 50 años, que desarraigarla de la noche a la mañana resulta ilusorio. Entretanto, han pasado otras muchas cosas concomitantes, especialmente la exigencia de la gran mayoría de su entorno político, que coloca a ETA en la inexorable encrucijada de actuar como le pedimos, que es lo deseable. Porque es deseable que no haya fracturas en su decisión. Tenemos que tener perspectiva histórica para lograr que la solución sea total y que no queden colgajos en el final.

P. ¿Cree a los dirigentes de Batasuna?

R. Está acreditado por múltiples contactos y verificaciones de EA que la decisión de Batasuna es definitiva, irreversible y sincera. Habrá sectores más recalcitrantes, pero el proceso es claramente mayoritario y la decisión de sus personajes más relevantes es inequívoca.

P. ¿Va a arrastrar Batasuna a ETA?

R. Desconozco la relación de fuerzas. Pero si ETA no secunda lo que su base social le pide, cava su propia fosa. Además, hay cosas inéditas en ETA que inclinan a pensar que está cambiando. Esas declaraciones unilaterales sin condiciones previas, ese compromiso de los mediadores internacionales que le ponen en un brete. Todo empuja, pese a los sectores reticentes, a que ETA esté abocada a secundar lo que propone Batasuna.

P. El Gobierno teme que el parón de ETA obedezca a una estrategia para que Batasuna esté en las elecciones.

R. EA conoce los riesgos cuando decide contribuir a que el fin de la violencia venga del cambio histórico de una estrategia político-militar a otra estrictamente civil. Sin la convicción de que es el momento de que ETA puede acabar de una vez, jamás nos hubiéramos metido en este fregado.

P. El Gobierno teme que ETA utilice a los mediadores internacionales para aparecer como los "buenos" ante la "intransigencia" del Gobierno.

R. En el Gobierno hay un lenguaje oficialista, de rigor, sobre todo por el marcaje inmisericorde del PP. El ex ministro Alonso se enfadó mucho conmigo porque dije que asuntos como las verificaciones internacionales exigen alguna conexión con el Gobierno. ¿Cómo se va a lograr la verificación internacional si no se cuenta con su beneplácito? Por eso dije que no me sorprendería que hubiera habido algún contacto. Pero no dije que el Gobierno negociaba con ETA.

P. ¿ETA debe negociar políticamente?

R. No. La política corresponde a lo que conocemos por su entorno político. Hay que remediar su situación. Es una desmesura la ley de partidos. Contiene demasiados conceptos jurídicos indeterminados que se prestan a desmesuras. Tirando de esos conceptos se prohíbe una marcha que reivindica los derechos humanos y el fin de la violencia vinculada a ETA. Como esa puede haber mil desmesuras.

P. ¿El pacto de junio entre EA y Batasuna sobre el polo soberanista es electoral?

R. No es un pacto electoral. No tiene nada que ver. Batasuna tiene su proyecto y EA prepara sus propias listas electorales, entre otras cosas, porque tiene mucho interés en corregir la imagen peyorativa que tuvo tras las últimas elecciones, que fueron una catástrofe. Por el sabotaje demoledor de un grupo de tránsfugas y por la bipolarización entre Patxi López e Ibarretxe.

P. Entonces, ¿cuál es la base de su acuerdo con Batasuna?

R. El acuerdo tiene un objetivo: contribuir a que el brazo político de ETA persuada a ETA de su cese. Puede haber una acción política sostenida en la reivindicación nacional vasca por una mayoría social amplia que coadyuve a estimular el proceso con todos los riesgos que se asume.

P. ¿No teme que Batasuna absorba a EA?

R. Nosotros no nos hemos acercado a Batasuna. Desde nuestros orígenes defendimos la autodeterminación, las vías pacíficas y la socialdemocracia. ¿Quién se acerca a quién? Tenemos diferencias ideológicas con Batasuna, que representa una izquierda casi insólita en Occidente. Autodeterminación y vías pacíficas son el nudo del pacto. No pasa de ahí. Pero supondría un cambio sin precedentes que este país despertara de una pesadilla de 50 años.

P. La duda es si ETA asumirá el abandono de las armas.

R. Debemos tener paciencia con este proceso insoportablemente lento. Se presiona en muchos frentes. No está solo el consabido frente policial. Están los mediadores. Y su base social, con la que colaboramos, pidiéndole claramente un proceso irreversible, verificable y de punto final para la violencia. Creo que no tiene otro desenlace. La duda es que quede algún colgajo.

P. Está usted muy convencido. Pero el Gobierno, nada.

R. Quienes estamos en el mundo abertzale tenemos que contribuir a ofrecer a ETA una perspectiva de que la acción política, pacífica, eficaz vale más que todas las pistolas del mundo para llegar al final definitivo. Es lo que ha animado a EA, aunque a algunos les parezca una quijotada. Hay conciencia de que es el momento. Es comprensible que el PSOE esté escaldado. Espero que llegue a cierta comprensión. Hay cosas que se pueden ver y decir. Tengo la esperanza de que la paz sea posible y esté próxima.

Carlos Garaikoetxea en la sede de Eusko Alkartasuna, en Pamplona, durante la entrevista con EL PAÍS, el 20 de septiembre de 2010.
Carlos Garaikoetxea en la sede de Eusko Alkartasuna, en Pamplona, durante la entrevista con EL PAÍS, el 20 de septiembre de 2010.LUIS AZANZA

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