Francia en alerta
Su progresiva implicación antiterrorista en el Sahel la hace objetivo preferente de Al Qaeda
La creciente alerta antiterrorista en Francia muestra la credibilidad que el Gobierno de Nicolas Sarkozy y sus servicios secretos otorgan a las amenazas de posibles atentados islamistas. Francia, su territorio y sus ciudadanos, se habrían convertido en objetivo preferente para Al Qaeda del Magreb después del ataque combinado franco-mauritano, a finales de julio, contra un campo yihadista en Malí, en el que murieron siete islamistas. En directa conexión con estos hechos, hoy hace una semana que fueron secuestrados cinco empleados franceses y otros dos africanos de una mina de uranio de la empresa de energía nuclear Areva en el norte de Níger, golpe que París atribuye a los acólitos magrebíes de Bin Laden.
La actividad de Al Qaeda del Magreb Islámico -la misma y difusa trama que secuestró en Mauritania y liberó mediante un elevado rescate a los tres cooperantes españoles- es para París un elemento más apremiante que para otros países europeos, dados sus intereses estratégicos y sus implicaciones económicas, políticas y militares en la región.
Sus servicios de información asumen que Francia es blanco preferente del terrorismo islamista no solo por esas razones, sino también por otras puramente internas y recientes, como la prohibición del velo en la escuela y del niqab en lugares públicos. El plan de alarma francés ha situado a sus servicios de seguridad en el penúltimo grado de gravedad, solo uno por debajo del "ataque terrorista inminente" y ha levantado la lógica psicosis antiterrorista. Pero la situación de riesgo es efectiva y también inquietante, por su vecindad y antecedentes, para España y para el conjunto de Europa.
Sarkozy, que pese a haber pagado anteriormente rescates para conseguir la liberación de rehenes se ha pronunciado ahora en contra, se está implicando progresivamente en la lucha antiterrorista en un territorio en el que Al Qaeda juega con las ventajas de su inmensidad y la falta de respuesta armada. Níger anunció ayer que ha autorizado, por primera vez en 25 años, la presencia de tropas y aviones franceses en su suelo, donde ya hay instalada una base con casi un centenar de soldados. París ha enviado también fuerzas especiales a Burkina Faso y apoya discretamente a Mauritania, el país del Sahel más castigado por el yihadismo, en su recién iniciada ofensiva contra Al Qaeda.
No se descarta una operación militar de rescate, a través de una acción directa de las fuerzas que ahora se están desplegando. La gravedad del fenómeno, sin embargo, excede la voluntad y la capacidad de París y exige, entre otras, medidas políticas de conjunto. La UE tiene pendiente ocuparse a fondo del terrorismo islamista en el Sahel, llamado a incrementarse aunque no sea más que por la proliferación en la región de vastos proyectos energéticos y mineros con participación europea.
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