La fe y Arana mueven al Racing

En algo se parecen Racing y Zaragoza, en que andan con lo justo, aunque lo justo tenga algunos nombres interesantes, como Arana, en el Racing, o Herrera, en el Zaragoza. Pero en algo también se diferencian. El equipo cántabro está más hecho que un Zaragoza temblón, aunque ambos, como casi siempre, han reconstruido el edificio con una oleada de nuevos futbolistas. También se diferencian en la fe: el Racing la mantiene viva y el Zaragoza parece ateo respecto a su catecismo futbolístico.

Por esas diferencias ganó el Racing, que tuvo en Arana el bisturí perfecto para descoser a un Zaragoza que nunca tuvo ritmo, que pocas veces tuvo fútbol y casi nunca demostró fe. Ambos malgastaron la primera mitad en una tontuna de fútbol hueco que bien hubiera justificado la devolución de la mitad del precio de la entrada. Y aún así, el Racing tuvo al menos la valentía de asomarse al domicilio futbolístico de Leo Franco y asustarle con dos apariciones inquietantes del sueco Kennedy y el argentino Ariel. Y, además, Arana ya le dejó a Diogo el recado de que iba a pasar una tarde para el olvido.

Podrá argumentar el Zaragoza que solo contaba con Ander Herrera y algunas correrías de Lafita, que el árbitro le guindó un gol legal a Gabi por un presunto bloqueo de Herrera a Arana a la salida de un córner. El joven Ander tiene buenos ojos para el fútbol, pero no consta, salvo para el árbitro, que tenga ojos en la espalda. A los pocos minutos cabeceó Henrique un saque de esquina de Munitis, premiando el tesón del Racing, que también pudo quejarse de un claro penalti a Ariel. Después, Arana le puso el balón en la bota y llegó el segundo. El Zaragoza se fue con un tiro al poste de Pérez en su casi vacío bloc de notas.