Renovables hasta en el gallinero
Coren abastece sus granjas con energía solar, fotovoltaica, geotérmica y biomasa
No disponen de la luz o el sol del desierto de Tabernas, en Almería, pero sí poseen la decidida voluntad del grupo cooperativo para el desarrollo de una actividad ganadera donde, inicialmente, las granjas más importantes del grupo van a disponer de una autonomía energética. En una segunda fase, el objetivo es ampliar el proyecto al conjunto de granjas, siempre que el cambio de modelo de suministro energético suponga una mejora en el ahorro y la competitividad de las explotaciones.
Con más de 3.000 granjeros en los sectores de pollos, huevos, porcino, patos, pavos y vacuno, y una facturación de 1.000 millones de euros, Coren es un actor clave en el conjunto de la comunidad autónoma gallega, tanto desde la perspectiva de las rentas como del mantenimiento del medio rural y del medioambiente.
La respuesta desde la perspectiva puramente económica se halla en el desarrollo del modelo cooperativo, donde el grupo ha ido ganando protagonismo en política de compras de medios de producción, así como en su participación en toda la cadena alimentaria desde la producción al consumo. Un paso más en este proceso se halla en el plan iniciado por la cooperativa en los últimos años para lograr una autonomía energética de sus granjas, especialmente en el porcino. Es un proceso abierto, al que cada día se van incorporando nuevas explotaciones. En la actualidad hay un total de 137 grandes granjas, de las que 25 son propiedad del grupo, y el resto, de cooperativistas.
Para el logro de esa autonomía energética, la sociedad ha apostado por la energía solar, la fotovoltaica, la biomasa y la geotérmica.
La utilización de las placas solares en las granjas para lograr esa autonomía energética se aplica especialmente a explotaciones con más de 1.000 madres, con un coste aproximado de unos 400.000 euros, a través de una política de financiación negociada por el grupo. Esta energía se utiliza fundamentalmente para disponer de calefacción en las granjas, así como de energía eléctrica. Se estima que la amortización de las inversiones se hará en un plazo de ocho años. Para el consejero delegado del grupo cooperativo, Manuel Gómez, aunque el proyecto tomó fuerza en los últimos años consecuencia de la subida de los precios de los combustibles, se trata de una apuesta de futuro, tanto desde la perspectiva del ahorro, como desde la defensa de energías limpias y renovables.
En algunas zonas de Ourense se utiliza la energía geotérmica y también la biomasa procedente de restos del sector maderero y, sobre todo, de los residuos de la aceituna adquiridos en las almazaras andaluzas.
En función de esta política, aplicada en cada granja junto a otras instalaciones del grupo, una parte del año más del 50% de las actuales necesidades energéticas de las cooperativas proceden de fuentes renovables, porcentaje que en algunos casos llega al 90%.
La existencia de 3.000 granjas en la comunidad autónoma supone un compromiso con el empleo, la actividad económica y el mantenimiento del tejido rural. Pero también, un riesgo para el medioambiente si no hay una clara política de eliminación de residuos. El riesgo de un problema de contaminación lo resolvió el grupo con la construcción de una planta de tratamiento de residuos en la que se han invertido 20 millones de euros: el Centro Tecnológico Medioambiental de Sarreaus, en una de las mayores zonas de concentración de granjas de porcino en Ourense, donde anualmente se tratan unas 110.000 toneladas de purines. El tratamiento de estos residuos supone la obtención de energía, pero, además, la disponibilidad de unas 15.000 toneladas de abono orgánico. Este producto lo utiliza el grupo para el abonado de unas 5.000 hectáreas de tierras de cultivo de cereales o praderas que tiene alquiladas la cooperativa en montes comunales, antes abandonados, donde pastan vacas de razas autóctonas, antaño en peligro de extinción. -
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