El azafato del pueblo
Cuando empezó el verano, el neoyorquino Steven Slater solo era un candidato más a héroe de la clase de trabajadora: edad media (38 años), casi dos décadas sonriendo estoicamente en un trabajo de cara al público (asistente de vuelo), en una compañía de tamaño medio (la low cost Jet Blue Airlines) y sin ascenso a la vista. Ahora parece que el título de "héroe" se le queda pequeño.
Su balada empieza, por supuesto, una mala mañana de lunes. Día 9 de agosto. El avión del vuelo 1052 de Pensilvania a Nueva York deceleraba por la pista del JFK y Slater discutía con una pasajera. Esta le sugirió que le "dieran por culo" y, cuando abrió el compartimiento con su equipaje, le cayó en la cabeza a Slater. Así que él convirtió la pesadilla de todo asistente en el sueño de todo empleado: se dirigió a la megafonía. "A esa [pitido] [pitido] que me ha dicho que me [pitido], ahí te quedas. Han sido unos 28 años muy buenos. Ya está. Me he hartado". Abrió la puerta de emergencia del avión, cogió sus maletas (y unas cervezas del mueble bar) y, arrancándose la corbata del uniforme, descendió por el tobogán hinchable a la pista.
La mañana siguiente tenía la fachada de su casa empapelada de loas de sus vecinos. "Steve, sentimos tu dolor". Los matinales de radio y televisión le tildaron de Espartaco del trabajador moderno. La frase "Steven Slater es mi héroe" era de las más repetidas en Twitter. En Facebook alcanzó los 160.000 amigos en una semana (ahora está en 209.084). YouTube y MySpace se atestaron de baladas en su honor. "No me creía la que se había armado en la puerta de mi casa", recuerda su ex mujer, Cynthia Susanne, desde Nueva York. "Pero es una señal de los tiempos que corren. Todos hemos estado detrás de un cliente borde que exaspera al dependiente".
Tal fue la cosa que ha fichado al publicista hollywoodiense Howard Bragman, como hiciera Monica Lewinsky desde el otro extremo de la fama instantánea. "Steven me comentaba que antes le servía Chateaubriand a pasajeros que se iban a Europa. Ahora le tira bolsas de Cheetos a gente que ni se molesta en ducharse antes de abordar", explica Bragman. "Ha tocado la fibra sensible de la mano de obra estadounidense. Más aún cuando a todos nos obsesiona mantener nuestro trabajo por desmotivados que estemos". De momento, tiene ofertas para aparecer en realities, presentar su propio programa, patrocinar productos y escribir libros.
Hijo de piloto y azafata, Slater confesó que llevaba años soñando con abrir esa puerta de emergencia. Luego le han detenido, denunciado por conducta criminal y escándalo público y suspendido de empleo hasta que dimitió el pasado día 6. Pero cuando la policía se lo llevó de su casa aquel lunes y se topó con un enjambre de cámaras, solo les cabía una pregunta: "Steve, ¿por qué sonríes?". n T. C. A.
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