_
_
_
_
_

Cohen prolonga su leyenda con una nueva sesión de cámara

Casi 4.000 personas corean su repertorio en Ourense

Veinte metros de escenario con luces de textura -zen-, novecientas sillas en la zona noble -más neófitos que fans- y casi 3.000 personas arracimadas con ilusión en la lejanía de las gradas del Paco Paz, un pabellón de baloncesto convertido en caluroso auditorio, con la publicidad del Xacobeo y la Diputación jalonando a los artistas. Allí se presentó Leonard Cohen, a punto de cumplir 76 años, con la banda que le ha acompañado en casi doscientos conciertos desde 2008.

Con su segundo directo (Songs from the road) ya en la calle, después del Live in London del año pasado, el poeta y músico canadiense se ajustó al guión del viaje emprendido desde el desfalco de Kelley Lynch, ex contable y compañera sentimental. Como en Castrelos, el año pasado, todo empezó con Dancing to the end of love. The future, Ain?t no cure for love y el clásico de 1968 Bird on the wire dieron una pequeña pauta de lo que es un espectáculo de Cohen en la actualidad. Con traje, sombrero y su voz de barítono, entre la salmodia de las viejas visiones folk y la emocionante precisión poética de temas tan vivenciales como Famous blue raincoat, el viejo sacerdote de la música popular -él se pone por detrás de Dylan- se arrodilló muchas veces, también para leer el teleprompter, echó carreras y dedicó elegías a público y músicos, sobre todo al maño Javier Mas (bandurria, laúd y guitarra), durante más de tres horas. La comunicación con su propia obra, coros mediante, es más natural con las cuerdas en primer plano que con el saxo percutiendo en los últimos éxitos, aunque el público de las primeras filas pareciese a gusto en la atmósfera ochentera.

No faltaron Feijóo y Baltar, junto a los conselleiros de Cultura y Educación

Allí estaban, entre otros, Núñez Feijóo, recibido con algunos silbidos -y no sólo por razones de aforo, aunque hubiese asientos libres-, los conselleiros de Cultura y Educación y el presidente de la Diputación, José Luis Baltar. Más cerca de Cohen que casi nadie, los políticos escucharon sus canciones lujuriosas, los temas sobre la imposibilidad de cambiar nada y las tristísimas derivadas sobre el humor melancólico y el paso del tiempo. Suzanne, Sisters of Mercy, The partisan o Hallellujah centraron, tras un pequeño descanso, la segunda parte del concierto.

Take this waltz fue la elegida antes de los bises, pero casi nadie bajó de las gradas para bailar con Cohen en su único concierto peninsular de 2010. "No se puede", le respondieron a una pareja. Mucha más seguridad -otra vez- que protocolo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_