La importancia de carecer de prejuicios
Fue un ska de esos que solo vestían de blanco y negro
hasta que conoció a los hermanos Canut y, a través de ellos, a Carlos Berlanga y Alaska. Dinarama marcó profesionalmente la vida del director de El Volcán Música, Javier Liñán. "Ellos me enseñaron que no hay que tener prejuicios y que se puede ser fan a la vez de Prince, Village People y Neal Ryan", cuenta en su despacho de Madrid, arropado por las fotos de sus artistas favoritos y cantidad de muñecos de plástico, que simbolizan a todos sus héroes infantiles, desde Chewaka a los Madelman. Liñán (Madrid, 1967) ha navegado por las tripas de la industria musical en los últimos veinte años. Conoció la época de la abundancia y el derrumbe de la industria. "El momento es complicadísimo, la única fuente de ingresos son los conciertos. Ninguno de los proyectos que tenemos entre manos funcionaría solo de la venta. El Gobierno no ha encontrado una solución legal que permita repartir el dinero que genera el intercambio de archivos, lo que perjudica notablemente a los creadores y productores de contenidos audiovisuales". Liñán debutó como director artístico de RCA a principio de los noventa. De entrada fichó a Los Planetas y a Los Enemigos, y se ocupó de la promoción de Échate un cantecito, de Kiko Veneno. De ahí saltó a la editorial Warner, donde fichó, entre otros, a Amaral y Amparanoia. En Virgin trabajó con Amaral, Astrud, Manu Chao, Bebe y Tonino Carotone. Pero hace un par de años cambió la multinacional por una pequeña empresa en la que no producen más de ocho discos al año, cuatro propios y el resto licencias extranjeras. "En la vida hay que divertirse. Había acabado una etapa y necesitaba empezar de cero; en épocas tan convulsas, las cosas resultan más fáciles en sitios mínimos", dice. "Me implico mucho en lo que hago y tengo una relación de amistad con los músicos con los que me junto; algunos de los artistas de El Volcán ni siquiera han firmado un contrato". De acuerdo con los nuevos tiempos, Liñán ejerce de mánager con algunos grupos que le han seguido en esta aventura, con otros, como Zenet y Josele Santiago, maneja todos los aspectos de su carrera y publica discos de Los Delinqüentes. Descubrir talentos es una de sus pasiones. Como aficionado a la música, aficionado hasta niveles enfermizos, le obsesiona encontrar bandas noveles con las que disfrutar o trabajar: "Se trata de la época más creativa", aclara. Si algo define a los músicos que ha tratado en estas décadas es que cada uno es "especial y singular, no me gusta decir friki, pero es una palabra, desde luego. No soporto a esos indies que solo escuchan un tipo de música".
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