El PP tratará de torpedear el acuerdo con el PNV sin tocar el Gobierno vasco
El PP ya no oculta su estrategia, que consiste, por una parte, en deteriorar al máximo la imagen del Gobierno, convencido de que el poder caerá en manos de los conservadores "como fruta madura", en expresión de varios dirigentes y, por otra, en forzar en lo posible un adelanto electoral. Mariano Rajoy lo dejó muy claro en el último debate del estado de la nación, cuando pidió al presidente del Gobierno que convoque elecciones.
El PP cree que es casi imposible que el PSOE se recupere, pero admite que el tiempo puede jugar a favor de José Luis Rodríguez Zapatero. Por eso, los populares van a intentar todo lo que esté en su mano para torpedear los Presupuestos, lo que obligaría, creen, a adelantar las elecciones.
De momento, Rajoy ya ha dado el paso, en julio, de reunirse con Íñigo Urkullu, líder del PNV. Una foto inédita con un mensaje claro: si los nacionalistas quieren dejar caer al Gobierno del PSOE, el PP está dispuesto a hablar con ellos después de las elecciones, como en 1996. Rajoy quiere transmitir que él puede pactar con cualquiera. "Los pactos son públicos y por escrito", aseguró ayer Soraya Sáenz de Santamaría, la portavoz parlamentaria.
El PP, pues, hará todo lo posible por dificultar el pacto PSOE-PNV. "Zapatero está dispuesto a pagar lo que sea para mantener un solo puesto de trabajo, el suyo, en vez de preocuparse por los parados", sentenció Sáenz de Santamaría.
El pacto López-Basagoiti
Sin embargo, el PP tiene un límite: no puede poner en riesgo el Gobierno vasco -el PSE gobierna con el apoyo del partido que dirige Antonio Basagoiti-. El PP vasco no quiere sacrificarse para hacer caer al Gobierno de Zapatero. Cree que la actual situación es muy buena para ellos y se verá en las elecciones locales de 2011. Por eso, y aunque Rajoy parece no haber pedido ese sacrificio, en el PP vasco no quieren ni pensar en la posibilidad de poner el Gobierno en juego.
Los populares seguirán así jugando a desgastar al Ejecutivo y se ocuparán de criticar cualquier cesión a los nacionalistas vascos para complicar la negociación todo lo posible y debilitar la imagen del PSOE en su electorado más españolista, precisamente el que podría pasarse al PP, pero sin llegar más lejos. Una vez más, Rajoy maneja la estrategia de la goma, el término ciclístico -su deporte favorito- con el que se define la táctica de dejar escapar ligeramente al rival y cogerlo después, para comerle la moral. Parece que esa goma durará hasta 2012.
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