"Ese día marqué dos goles"
La ciudad de Getafe es un pueblo grande. Este municipio obrero al sur de Madrid, de 167.000 habitantes, duerme un poco más tranquilo desde las navidades pasadas, cuando su producto interior bruto engordó unos 200 millones de euros en una sola mañana, concretamente entre las 9 y las 11.
El artífice del milagro es un tipo menudo, de bigote aseado y cara risueña cuya mirada desprende tanta bonhomía que lo primero que uno piensa es que el único motivo por el que nació hace 60 años fue precisamente ese, para hacer milagros. Antonio Platero, manchego, regenta la administración de lotería El Trébol en el barrio San Isidro de Getafe. Una zona de casas bajas con fachadas de ladrillo descubierto, paisaje de sábanas tendidas y tascas con serrín en el suelo. De esos barrios con encanto de barrio.
"Muchos brindaban porque supieron que el banco no iba a quitarles la casa"
En este entorno detonó la lotería de Navidad el pasado 22 de diciembre con tal intensidad que "no pasa un día sin que alguien lo comente, aún hoy, ocho meses después", asegura el lotero, visiblemente afectado. "Perdona que me emocione, no lo puedo evitar", se disculpa. A él no le tocó ninguno de los dos premios que repartió (el 2º y el 5º); los casi 200 millones de euros ("30.000 millones de pesetas", insiste en matizar) pasaron por delante de sus ojos, pero eso no le supone ningún problema, más bien al contrario. "Es algo que no se puede explicar, hay que trabajar en esto para entenderlo", explica con la voz temblorosa, y da con la metáfora idónea: "Es sentirse como un futbolista que mete gol en una final. Pues yo marqué dos goles".
Getafe, con sus gentes sencillas, es una ciudad de historias pequeñas, y pequeñas fueron las mil historias de los afortunados premiados. Cuando uno pasea por sus calles no observa nada que haga sospechar que allí cayó semejante tromba de euros.
"No esperes ver cochazos aquí, ni nadie que te cuente que se ha pegado el viaje de su vida o se ha comprado un chalet", advierte Platero, y añade: "Este es un barrio sencillo que estaba muy apretado por la crisis. Las grandes historias aquí las encuentras en quienes aún tienen casa porque han saldado su deuda con el banco".
Aquella mañana de diciembre, Antonio Platero fue solo a la administración. Su mujer, Concepción Jiménez, y su hija, que habitualmente trabajan con él, se quedaron en casa porque ese día, como todas las mañanas en que se canta el Gordo, no suele haber mucho trabajo. Platero atendía a un cliente esporádico cuando escuchó por la radio que cantaban el quinto premio. Y cantaron su número, el 51.972, que vendía año tras año desde hacía 18.
"Estaba como en una nube", recuerda, "el local se convirtió en un auténtico caos; por un lado las cámaras de los periodistas, por otro los premiados con botellas de champán, y por otro los clientes que, al fin y al cabo, solo querían que los atendiera. Una locura de gente, pero yo estaba en una nube, era feliz". Antonio Platero pidió refuerzos. Llamó a su mujer e hija, que llegaron mucho más tarde porque la gente las paraba por la calle sin cesar. "El barrio era una fiesta", le dijo la esposa, Jiménez.
Un par de horas más tarde, en medio de la vorágine, la radio cantó el segundo premio. El 53.152, otro de los números que la administración de Platero vende con tesón desde hace años. Cien mil euros por décimo. La euforia de la gente y las cámaras de periodistas se redoblaron dentro de los escasos 10 metros cuadrados que mide el local.
"La felicidad era inexplicable. No hablo de gente que podía comprarse un Ferrari. Hablo de gente que de repente supo que no iba a quedarse en la ruina", comenta el lotero, al que se le vidrian los ojos solo de revivir aquel momento. Y se lanza a contar anécdotas, como la de la familia que, por primera vez en su vida, puedo irse de viaje y alojarse en un hotel en lugar de en un camping o en casas de conocidos. "Te lo cuentan como la experiencia de su vida".
O la de la anciana "triste, porque llevaba meses con la lavadora estropeada y no tenía dinero para otra", recuerda Platero. "En cuanto recibió los 5.000 euros del quinto premio lo primero que hizo fue ir a una tienda de electrodomésticos. Ahora se la ve radiante". Otra de las pequeñas grandes historias de Getafe.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.