El Atlético se sale
El conjunto de Quique corta la ristra de títulos del Inter con dos goles de Reyes y Agüero
No hay equipo más irreverente que el Atlético, un grupo que se crece donde otros se achantan y que después de tanto tiempo abducido ha recuperado la autoestima y el sentido. De vuelta en el grupo de los ricos, la escuadra del Manzanares ganó su segundo título en 14 años porque fue más valiente y cometió menos fallos que el Inter, el campeonísimo que quería igualar los seis títulos del tirón del Barça. El cuadro lombardo no lo hará porque anoche no estuvo a la altura de las circunstancias y mordió el polvo víctima de los goles de artista de Reyes y Agüero y de su juego de clausura pese a los aires aperturistas de Rafa Benítez.
El vencedor de la Liga, Copa y Supercopa italianas y de la Liga de Campeones se encerró en la caverna y, como con Mourinho pero sin el mismo entusiasmo, siguió jugando a la carta, reinventándose en función del rival mientras su nuevo entrenador se quedaba en las palabras. Con la responsabilidad de poder ganar el único trofeo que falta en las vitrinas de su nueva casa, Benítez se presentó en Mónaco con la idea de adelantar al grupo y llevar la voz cantante con el balón, justo lo contrario de lo que hizo el conjunto neroazzurro, que dejó el protagonismo a Raúl García y solo salía cuando robaba el cuero para marchar al galope al contragolpe.
INTER 0 - ATLÉTICO 2
Inter: Julio César; Maicon, Samuel, Lucio, Chivu; Stankovic (Pandev, m. 68), Zanetti, Cambiasso; Sneijder (Coutinho, m. 79), Eto'o; y Diego Milito. No utilizados: Castellazi; Córdoba, Mariga, Materazzi y Biabiany.
Atlético: De Gea; Ujfalusi, Perea, Godín, Domínguez; Assunção; Reyes (Fran Mérida, m. 69), Raúl García, Simão (Camacho, m. 91); Agüero y Forlán (Jurado, m. 82). No utilizados: Joel; Antonio López, Mario Suárez y Diego Costa.
Goles: 0-1. M. 62. Reyes dispara dentro del área y bate a Julio César. 0-2. M. 83. Simão centra desde la izquierda y Agüero remata.
Árbitro: Massimo Busacca (Suiza). Amonestó a Simão, Raúl García y Samuel.
Supercopa de Europa: 18.000 espectadores en el estadio Louis II, de Mónaco.
Los rojiblancos fueron más valientes y cometieron menos errores
La apuesta por Domínguez como lateral izquierdo salió redonda
El plan del Inter le vino de rechupete al Atlético, que ya no se alborota con el balón en los pies y sacó provecho del juego entre líneas de su plantel de centrocampistas y delanteros. Agüero y Forlán trabajaron a destajo para buscar las costuras de la última línea trasalpina, muy compacta y con cuatro bigardos con alma de atletas. El que más les sacó los colores fue el Kun. Primero, con el partido en los fogones, reclamó un penalti de Chivu que no vio Busacca. La ceguera del colegiado, elegido ex profeso para hacer olvidar las polémicas del Mundial de Sudáfrica, no le desestabilizó. Al contrario, le arrimó todavía más al área, donde fabricó el gol de Reyes y aprovechó la bandeja de Simão con el Inter ya a la desesperada.
La asistencia fue el mejor premio para el extremo portugués, al que Quique Flores dio carrete unas horas después de que renunciase a su selección. Los galones del ala, que a sus 32 años ha perdido la sexta marcha que le encumbró, pudieron más que las buenas sensaciones de Fran Mérida en la pretemporada y que al final salió para guarecer la pelota. No fue la única sorpresa del preparador colchonero, que renegó del capitán, Antonio López, indiscutible la temporada pasada porque no tenía a nadie por delante ni por detrás y colocó a Domínguez en la orilla izquierda. Una decisión chocante porque el canterano se ha ganado un lugar en el centro de la zaga por su apego a la táctica y pierde puntos en el costado por su lentitud de piernas. Al final la apuesta salió redonda, y ni Maicon ni los mediapuntas del Inter pudieron sacar ventaja de su largo recorrido. La misma historia se repitió por la otra banda, donde Ujfalusi, el comodín que lo mismo sirve para un roto que para un descosido, secó las diagonales de Eto'o mientras Godín y Perea tiraban y daban sentido a la última línea.
La serenidad de la zaga madrileña minimizó la potencia de fuego interistas, deprimido Sneijder. Aunque Eto'o no se muerde la boca y ya le ha repetido de mil maneras que quiere volver a ser el capo canionieri, el punto y final del ataque neroazzurro, Benítez le mantuvo ligeramente por detrás de Milito, a fin de cuentas nombrado el mejor delantero de la última Champions. El Príncipe pinchó en hueso y apenas compareció, perdido en la tranquilidad que aporta la sangre uruguaya de Godín y el maratón de Assunção detrás del balón.
El pivote brasileño se multiplicó en todas las parcelas y lo mismo rebañaba la pelota en la medular que repelía los remates de Milito con las piernas, una suerte por la repercusión de la cita, el esmoquin del contrario y la estrechez del Estadio Louis II. Comprimido entre el mar, los palacetes y las montañas, el tapete del estadio tampoco ayudó y se les quedó corto a los dos equipos, que abusaron sin sentido de los balones en largo en el pistoletazo inicial, hasta que el Atlético bajó el esférico al piso. Fue el principio del fin del Inter, que de golpe y porrazo se convirtió en el comparsa monegasco, en el secundario de lujo de la fiesta de Montecarlo. El primer aviso serio, con permiso de un remate lejano de Assunção y otro que bordeó el palo de Agüero, llegó de las botas de Reyes, que culminó un contragolpe con un chut raso y seco que Julio César salvó a duras penas.
La acción hizo recular al Inter y desperezó todavía más al Atlético, que después de jugar una hora a la ruleta hizo saltar la banca tras una combinación maravillosa entre Agüero y el volante de Utrera, que aprovechó un hueco en la portería de Julio César que colocó al cuadro de Quique en el camino triunfal. La puntilla llegó casi de corrido de un Kun que apuntilló a un Inter que llegaba crecido, y que hasta vio a su estrella Milito fallar un penalti ante De Gea, y se fue con el currículo entre las piernas, atormentado por un equipo de vuelta a lo alto de la pirámide.
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