Reyes resplandece otra vez
El sevillano, elegido mejor jugador del partido, se ve físicamente "como nunca"
Corría el minuto 62 sobre el césped del Louis II, el coqueto estadio monegasco que alberga la Supercopa europea, cuando de entre la constelación de estrellas concentradas en él emergió, fulgurante, la figura de José Antonio Reyes. Ni Forlán ni Sneijder. El volante utrerano aprovechó en ese instante una pared con el Kun Agüero dentro del área para, tras superar a Maicon, lanzar un tiro raso desde la izquierda que acabó en gol para delirio rojiblanco. Sustituido por Fran Mérida en el 69, no le hizo falta aguantar hasta el final para ser declarado oficialmente el mejor jugador del partido.
"He metido el gol que abría el marcador, el camino a la alegría. Pero daba igual quien marcara, la cuestión era ganar", declaró Reyes, quien tan solo tres minutos antes de pasar a la historia del Atlético se lamentaba de una ocasión perdida, un tiro desviado por encima del arco interista. Pero el fútbol entiende de amnistías y fue justo con el sevillano, un martillo pilón desde la derecha de la zaga. Desbordó y llegó con peligro a los dominios de Julio César. Y así continuó hasta la llegada del tanto que amilanó al Inter y encarriló el título para los de Quique Flores, su valedor. "Tengo el apoyo de Quique y por eso juego con la tranquilidad y alegría con la que lo hago", afirmó el alero.
La de anoche no fue la primera vez que Reyes tomó las riendas en una situación límite. Ya en 2007 tuvo una importancia vital en el desenlace liguero en favor del Madrid al anotar dos de los goles, el primero y el tercero, con los que el conjunto blanco batió al Mallorca (3-1) y conquistó el título.
La selección española, sin embargo, se le resiste. El extremo ha disputado 21 encuentros defendiendo los intereses de La roja, pero el último fue en septiembre de 2006, un amistoso ante Islandia. De ahí al olvido. Su rocambolesca trayectoria profesional, que le llevó de la estabilidad del Arsenal de Arsène Wenger a la ribera del Manzanares previo paso por el Bernabéu y posterior exilio portugués, al Benfica, es su principal tara a la hora de vestir la elástica del equipo nacional.
Pero Reyes ha resucitado. La temporada pasada, de vuelta al Calderón tras una primera toma de contacto insatisfactoria en el curso 2007-2008, que originó su marcha al fútbol luso al año siguiente, fue fundamental para la consecución de la Liga Europa. Con 26 años, es un futbolista nuevo, maduro. "Estoy físicamente mejor que nunca", avisa. Vicente del Bosque, anoche en las gradas del Louis II, habrá tomado nota.
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