Sobre la inanidad de los buenos propósitos
Regresa uno de vacaciones con la cabeza envenenada de buenos propósitos, como cada año. Ilusamente convencido de que el borrón y cuenta nueva y el empezar de nuevo es un asunto de voluntad, de proponérselo: otra vida es posible y depende de mí. Mentira cochina. El primer golpe me llega al abrir la puerta de casa y encontrarme con la pila de paquetes de "apuestas" y novedades para la rentrée que mi amable portero ha ido depositando en el salón de mi casa, como amenazantes cigotos de la progenie de Alien dispuestos a eclosionar de un momento a otro y a esparcir sus mefíticas entrañas en el ambiente. Los demasiados libros me agobian tanto que tengo tentaciones de incorporarme a mi manera a la campaña "libros a la calle" y arrojarlos por la ventana. Me contengo, sin embargo. Todavía me siento en esos días en que, tras el descanso, todo el mundo es bueno. Hasta Esperanza Aguirre, que, con ese buen aspecto posestival, se diría incapaz de maquiavelismos e imposiciones como los que cuenta José Antonio Zarzalejos, antiguo director (dos veces) del diario Abc, en su libro La destitución (Península), que he leído este verano con la misma fruición que si se tratara de un thriller periodístico. En cuanto a la Presidenta, últimamente me recuerda a Mxyzptlk (pronúnciese miksyezpetlek), un fantástico supervillano que residía en la 5ª dimensión y se complacía en hacerle la vida imposible a Superman, ante cuyos poderes resultaba inmune. La única manera de librarse de él era conseguir que pronunciara su propio nombre al revés, lo que lo devolvía por una temporada a su morada más allá de las estrellas. En fin. Una vez abiertos paquetes y sobres, me llama particularmente la atención la programación de Galaxia Gutenberg, que este otoño parece dispuesta a echar el resto (La piel, de Malaparte; Cuentos, de Zúñiga; serie de clásicos encabezada por El sueño del pabellón rojo, de Cao Xuequin; La experiencia totalitaria, de Todorov, y un largo etcétera de cosas apetecibles). Destaco la nueva traducción (a cargo de Marta Rebón), de Doctor Zhivago, de Borís Pasternak, en mi opinión una de las escasas obras maestras (narrativas) escritas en Rusia durante el periodo soviético. Si quieren saber más acerca de la rocambolesca peripecia mediante la que pudo sortear el secuestro de los burócratas soviéticos y ser publicada en Italia (1957) por Giangiacomo Feltrinelli, intenten hacerse con Senior Service (Tusquets, 2001), la biografía del editor italiano escrita por su hijo Carlo. Por lo demás, Mxyzptlk me ha inspirado el mantra de este otoño: ¡Erriuga!, una forma de exorcismo menos impersonal que el clásico vade retro.
Mishima
En la mañana del 25 de noviembre de 1970, tras poner punto final a La corrupción de un ángel, última parte de la tetralogía El mar de la fertilidad, Yukio Mishima, seudónimo literario de Kimitake Hirakoa (Tokio, 1925), se dirigió con algunos de sus discípulos y seguidores políticos al Cuartel General de la Fuerzas de Autodefensa de Ichigaya, al este de la capital. Allí, tras irrumpir en el despacho del comandante, secuestrarlo y atarlo a su sillón, salió al balcón y arengó a los soldados que estaban en el patio conminándoles a dar un golpe de Estado que restaurara al emperador en los poderes que había perdido tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial. Como se refleja en la película Mishima, una vida en cuatro capítulos (Paul Schaeder, 1985) los militares no sólo no le hicieron caso, sino que le abuchearon y ridiculizaron. El escritor volvió a entrar en el despacho del comandante y se suicidó mediante el rito del seppuku. Posteriormente, y tal como manda la tradición del kaishaku, uno de sus seguidores procedió a decapitarlo. Para conmemorar el cuarenta aniversario de la muerte del autor japonés, Alianza anuncia la publicación, en otoño, de "la primera edición en castellano traducida directamente del japonés" de Confesiones de una máscara (1949), una novela autobiográfica que causó enorme escándalo por su descripción de las fantasías homosexuales y sadomasoquistas de un joven de la generación de Mishima, formada durante la época de apogeo del imperialismo militarista que precipitó al país en la catástrofe bélica. Esperemos que la nueva traducción -a cargo de Rumi Sato y Carlos Rubio- supere a la que Andrés Bosch hizo del inglés (Planeta, 1979) y que conservo con el prólogo de Juan Antonio Vallejo-Nájera (hijo de Antonio, pero ideológicamente muy distinto a aquel psiquiatra proclive a la dictadura sobre el que se explaya Enrique González Duro en Los psiquiatras de Franco, Península, 2008). Por cierto que en su prólogo a la edición de Planeta, el mencionado psiquiatra -al que no le interesa la crítica literaria- llega a afirmar que Confesiones de una máscara "es una de las historias clínicas más perfectas y completas de todos los tiempos". Hasta la fecha, a Mishima lo han traducido más del inglés o del francés (Juan Marsé, Domingo Manfredi o Guillermo Solana se ganaron en su impecune juventud algunas pesetas haciéndolo) que del japonés, lo que ha dificultado su correcta recepción en nuestra lengua.
Biografías
2010 se ha revelado un buen año para la literatura memorialística y biográfica, un segmento editorial cuya presencia en las librerías ha aumentado exponencialmente. Afortunadamente, los prejuicios académicos y editoriales hacia el género biográfico van desapareciendo, algo a lo que no es ajeno el buen funcionamiento comercial (además de crítico) de ejemplos tan importantes y variados como Una mujer en fuga (RBA), la apasionante biografía de Carmen Laforet de Anna Caballé e Israel Rolón, la "impersonal", pero eficacísima y, en cierto sentido, generacional, Autobiografía sin vida (Mondadori), de Félix de Azúa, o las muy testimoniales memorias del diplomático Máximo Cajal Sueños y pesadillas (Tusquets). La (buena) racha continúa en la nueva temporada. De entre las muestras del género anunciadas para este otoño destaco en primer lugar una auténtica joya de la biografía literaria, Cheever, una vida (Duomo, 944 páginas, a la venta el 13 de septiembre), de Blake Bailey, que obtuvo en 2009 el prestigioso National Book Critic Award. También me ha interesado la publicación de la biografía de Gregorio Marañón, de Antonio López Vega (Taurus, 15 de septiembre); la breve vida de Rimbaud, compuesta por Edmund White (Lumen, 17 septiembre), y J. D. Salinger, una vida secreta, de Kenneth Slawenski (Galaxia, octubre). Por cierto que, también en Galaxia, se publicará, en septiembre, las Cartas a Germaine (1919-1939), de Jorge Guillén, que reúne la correspondencia amorosa del poeta con su primera esposa, en edición de Margarita Ramírez. El epistolario constituye una pieza histórico-biográfica fundamental para entender no sólo la relación del poeta con su gran amor primero, cuya muerte (en 1947) le hundió en la desolación (Despierto y como no estás, / No me suena el mundo a mundo: / Nunca a solas hay compás), sino para conocer sus opiniones y juicios más sinceros acerca de sus compañeros de generación.
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