El matador Javier Solís da la cara
Hasta mediados del siglo XX se dio una simbiosis taurina entre España y México difícil de igualar: la competencia entre toreros de ambos lados del Atlántico que trajo grandes réditos para la historia del toreo. Los Rodolfo Gaona, David Silveti, Silverio Pérez y Manolo Arruza, incluso hasta más tarde Manolo Martínez, llevaron muy alto el nombre de México. Tras el paso fugaz hace unos años de El Zotoluco, Arturo Macías está empeñando en reverdecer estos laureles. Cada tarde, triunfo o enfermería. Puede dar sensación de inocencia, pero no le faltan motivación y entrega. Nada que ver con el caso de Alejandro Amaya. De novillero pasó por todas las ferias sin faena alguna memorable. Apareció este domingo en Las Ventas para tirar las tres cartas y poco más. A diferencia de todos sus citados compatriotas, mostró una alarmante abulia y falta de motivación.
ENCABO, AMAYA, SOLÍS
Toros del Conde de la Maza: desiguales de presentación y juego. Imponente el cuarto. Impresentable el quinto. Muy justo de fuerzas el segundo.
Luis Miguel Encabo: estocada tendida, vuelta al ruedo; y tres pinchazos y estocada muy caída, silencio.
Alejandro Amaya: tres pinchazos y un descabello, pitos; y estocada trasera y tendida, silencio.
Javier Solís, que confirmaba la alternativa: estocada casi entera, saludos desde el tercio; y media estocada y dos descabellos, silencio tras aviso.
Plaza de toros de Las Ventas. Un cuarto del aforo cubierto.
El público veraniego es más de turistas que de afición: dan voces sin motivo
Bastaba un mal gesto del toro para que no insistiera más. Terminó por soliviantar el ánimo del público en dos momentos concretos. Al liquidar al tercer toro sin dejar una estocada. Solo con pinchazos decidió tomar el descabello y acabar con su enemigo sin honor alguno. Y cuando no quiso ni ver a un impresentable quinto toro, por decir algo, pues era de menor tamaño que muchos novillos en los festejos de promoción.
Sería una pena perder esta línea de toreros mexicanos conocedores de suertes añejas y llenos de pundonor. Arturo Macías y Octavio García El Payo son los únicos con alguna posibilidad.
Luis Miguel Encabo, matador experimentado y conocedor de la lidia, no dio muestras de este ganado prestigio en la lidia del cuarto toro. Desde la suerte de varas, con puyazos en toriles, y hasta que se arrastró el toro, fue incapaz de dominar a este manso encastado que mantuvo el interés del aficionado.
Una pena porque estropeó el buen sabor de boca dejado en el segundo, un animal flojísimo que tendrían que haber devuelto, del que fue capaz de sacar una buena tanda de naturales.
Javier Solís llegó a ostentar la capitanía general de los novilleros. Cabeza de ratón, ya se sabe. Después de varios años en el escalafón superior ha podido confirmar su alternativa en Las Ventas. Fue el único que puso algo de ambición y entrega. Si ponía la pierna en el cite, era para no quitarla. Ya es bastante.
Lo del público veraniego, con más turistas que afición, también merece revisión. Se corea el paseíllo con palmas de circo, se abuchea a destiempo y se dan voces sin motivo alguno. No estaría de más acompañar a los grupos de turistas. ¿Se trata de hacer caja un solo día o de promocionar de alguna manera las bondades de la fiesta? Pan para hoy...
Al término del festejo hubo overbooking en la enfermería. El varilarguero José Antonio Fernández presenta una fractura en la muñeca izquierda de pronóstico reservado. El banderillero Juan Carlos Porras una lumbalgia postraumática cuyo pronóstico también es reservado. El matador de toros Javier Solís fue intervenido de una herida por asta de toro en la mano derecha con pronóstico leve, salvo complicaciones.
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