Semenya se sacude los fantasmas
Caster Semenya volvió ayer a correr en la pista que ha marcado su vida. La que le dio la gloria hace un año, cuando se coronó campeona mundial de los 800 metros con una autoridad insultante, y en la que empezó su calvario. Porque fue sobre el tartán azul eléctrico de Berlín donde lo que comenzó como un lamento de sus rivales -"no parece una mujer", decían primero en voz baja y luego sin pudor- dio paso a una investigación en toda regla de la Federación Internacional (IAAF) sobre el sexo de la atleta sudafricana.
Con solo 18 años, Semenya hubo de someterse a un proceso humillante: vio publicadas las fotos de cuando era colegiala, los resultados de las pruebas médicas que decían que producía más testosterona de lo normal, que sus aparatos genitales no eran normales... Pero siguió entrenándose y gritando que es una mujer y que volvería a competir. Hasta que el mes pasado la IAAF la liberó siguiendo el consejo de sus expertos.
Ayer, en Berlín, volvió a sacar la cabeza. Ganó, bajó de los dos minutos (1m 59,90s) y habló como una atleta: "No he pensado en lo que ocurrió. Me he concentrado en esta carrera y en el cronómetro".
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