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Reportaje:

El 'milagro' australiano

El país oceánico da la espalda a la crisis y crece con fuerza gracias a las exportaciones a China y al gasto público

Australia puede presumir de ser uno de los pocos países de la OCDE que no ha entrado en recesión durante la crisis económica mundial. El único sobresalto se produjo el último trimestre de 2008, pero a partir de ahí la economía oceánica ha encadenado seis trimestres consecutivos de alzas, cerrando el año pasado con un 1,5% de crecimiento del PIB, una tasa que podría duplicarse este curso según las últimas previsiones oficiales. El milagro australiano se explica gracias al tirón de China, su principal socio comercial, y del elevado gasto público realizado durante este periodo.

Las perspectivas favorables continúan a pesar de los últimos meses de incertidumbre política. El invierno australiano ha traído un cambio de Gobierno y unas elecciones anticipadas este mismo fin de semana. La laborista y actual primera ministra, Julia Gillard -que sustituyó a su compañero de partido Kevin Rudd en junio-, ha encabezado durante toda la campaña las encuestas frente al conservador Tony Abbott. La economía ha sido uno de los ejes del debate.

El Banco Central pretende mantener los tipos de interés en el 4,5% hasta 2011
La construcción está cambiando el perfil de la ciudad

Los laboristas tienen a su favor los buenos datos económicos, con un crecimiento probable del 3,2% para este año. La tasa de desempleo cayó al 5,3% en julio y está previsto que las exportaciones crezcan este año un 4,5%. No obstante, la principal crítica de los conservadores se centra en el elevado gasto público realizado en los dos últimos años. Los planes oficiales, centrados en las obras públicas, significaron un desembolso de 48.000 millones de dólares para las arcas estatales, un 5% del PIB anual.

La oposición ha acusado al Ejecutivo de aumentar la deuda hasta 85.000 millones de dólares para 2013, una cifra que los laboristas reducen a la mitad. En términos reales, el gasto público se ha mantenido en torno al 3% de crecimiento los últimos tres años, aunque las inversiones privadas cayeron bruscamente en 2009, lo que se ha traducido en menores ingresos estatales y un déficit público que el año pasado llegó al 3,9% del PIB, un desequilibrio que probablemente se repita en los próximos dos años. Históricamente la economía australiana se ha caracterizado por sus ordenadas cuentas públicas, con un superávit del 0,4% en 2008 y de 1,7% un año antes.

Pero las incógnitas no solo se limitan a las cuentas públicas. El sólido crecimiento australiano también presenta algunas debilidades como el estancamiento del consumo interno y la inflación. Durante este año el consumo privado se mantendrá en torno al 2,6% de crecimiento, lejos del 5% registrado antes de la crisis. Los analistas culpan de esta ralentización a las elevadas tasas de interés que el Banco Central quiere mantener en el 4,5% hasta comienzos de 2011. El objetivo es controlar la inflación, que cerrará este año en el 3%, en la parte alta de las previsiones.

Con todo, los analistas creen que estos nubarrones no deberían empañar el desempeño australiano en el mediano plazo, principalmente por el despegue de las inversiones privadas. La formación de capital fijo volvería a crecer un 8% este año después de la caída del 0,4% en 2009, lo que se sumaría al fuerte tirón de las exportaciones que crecerían un 6,5% en 2011, duplicando los datos incluso previos a la crisis. La clave en este indicador está en el continuo crecimiento de la economía China, el destino de buena parte de las ventas al exterior.

La primera ministra australiana, Julia Gillard (izquierda), durante un acto electoral en Brisbane.
La primera ministra australiana, Julia Gillard (izquierda), durante un acto electoral en Brisbane.REUTERS

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