Christoph Schlingensief, artista alemán
Era conocido por sus provocadoras 'performances' y obras de teatro
Le brotaban ideas a borbotones, pero no le dio tiempo a realizarlas todas. El artista polifacético Christoph Schlingensief, director de teatro y cine, murió el sábado en Berlín a los 49 años. Acabó con su intensa vida un cáncer de pulmón contra el que estaba luchando desde 2008 y que llegó a creer haber vencido.
"Nunca pensé que alguien así pudiera morir. Es como si hubiera muerto la vida misma", dijo al saber la noticia la Nobel de literatura austriaca Elfriede Jelinek, quien en 2003 había estrenado su obra de teatro Bambiland con una puesta en escena de Schlingensief.
A Schlingensief le venía al pelo el calificativo de enfant terrible tan desgastado entre los dramaturgos de Alemania. Socarrón irónico y agudo, con su ternura seductora solía dar en la llaga política de la forma más inesperada. Empezó a darse a conocer en los noventa como director de teatro en la Volksbühne, y 10 años después, además de numerosas escenificaciones teatrales, dirigió cine y ópera.
Ante todo, Schlingensief era un artista de acción que desencadenaba debates no solo con sus instalaciones y performances. Levantó revuelo la instalación, en pleno centro de Viena, de un contenedor con una pancarta en la que se leía "Fuera los extranjeros, amad Austria". En alusión al programa de televisión Gran Hermano, convivían en el contenedor varios solicitantes de asilo y por Internet se transmitía su quehacer cotidiano en vivo. Además, se invitaba a los usuarios a elegir cuál de los extranjeros tenía que ser deportado. Era muy propia de Schlingensief esta puesta en escena fantasiosa e impactante contra la xenofobia promovida por el Gobierno austriaco de coalición con el partido del ultraderechista Jörg Haider.
En la noticia de la muerte de Schlingensief, que ocupa las primeras planas de los periódicos de Austria y Alemania, llama la atención que no se destaquen las obras realizadas por el incansable artista, sino las muchas que estaban por hacer. Un gran proyecto iba a tener lugar en África. Ya había colocado el pasado febrero en Burkina Fasso la piedra fundacional para una "aldea de ópera", con teatro y escuela de canto lírico. También le habían encargado para la Bienale de Venecia de 2011 el diseño del pabellón alemán.
El cáncer no lo inhibió en sus últimos años. Pasó a ser parte de su creatividad. El año pasado publicó con gran éxito un Diario del cáncer y llevó al prestigioso Burgtheater de Viena tres obras sobre el tema. Para septiembre se esperaba la publicación de sus memorias, en las que ocuparían un gran espacio la enfermedad y las reflexiones sobre la muerte de este artista tan vital.
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