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Las empresas chinas van de compras

La crisis de la deuda y los bajos precios aumentan las oportunidades

Tras más de una década bajo el paraguas de la estadounidense Ford, Volvo pertenece desde el pasado 2 de agosto a la compañía privada china Geely. "Este es un día histórico para Geely", dijo Li Shufu, presidente del grupo asiático. El paso del fabricante sueco de manos estadounidenses a manos chinas es un símbolo de los tiempos que corren y del meteórico ascenso del país asiático. También de la visión a largo plazo de Pekín, que ha animado a sus empresas a que salgan al exterior, aprovechando la crisis económica, para adquirir activos a precios más bajos.

Las compañías chinas han realizado en el pasado otras operaciones en Europa, como la compra del negocio de televisores en color de la francesa Thomson, en 2004, por parte de TCL, o la toma del fabricante de motores francés Baudouin por Weichai Power. Uno de los principales objetivos de todas ellas es hacerse con tecnologías que les llevaría años desarrollar de otra forma.

Los objetivos son las nuevas tecnologías y los recursos naturales

Los movimientos se enmarcan en la campaña Ir al extranjero lanzada por Pekín en 2003 para incentivar la internacionalización. BYD, por ejemplo, pretende convertirse en el mayor grupo automovilístico del mundo en 2025, por delante de Toyota o GM.

Pero las protagonistas de la campaña han sido, sobre todo, firmas relacionadas con los recursos naturales -escasos en China-, como las petroleras Sinopec y China National Petroleum Corporation (CNPC) o la minera Chinalco. Petrochina -filial de CNPC- ha asegurado que invertirá 60.000 millones de dólares en compras en el extranjero durante la próxima década, en lo que supone un claro desafío para la estadounidense Exxon Mobil y la británica BP en la carrera por controlar reservas de gas y petróleo.

La inversión directa china en el extranjero en sectores no financieros ascendió a 43.300 millones de dólares el año pasado, un 6,5% más que en 2008, a pesar de la caída sufrida en el conjunto del mundo. La mayoría de los proyectos se centraron en el sector energético y minero y estuvieron respaldados por el Gobierno. El Ministerio de Comercio calcula que este año alcanzará los 60.000 millones de dólares.

Algunos académicos chinos aseguran que, dada la incertidumbre de la economía mundial, es arriesgado para el país contar con unas reservas de divisas tan grandes -2,4 billones de dólares a finales de 2009-, por lo que debería destinar parte de ellas a ayudar a las empresas a salir al exterior. Entre otros lugares, a Europa, donde, según dicen, se producirá probablemente más inversión china, debido a las favorables condiciones creadas por la crisis de la deuda y las dificultades de muchas empresas.

Aunque la inversión directa china en el extranjero se ha disparado en los últimos años, la mayor parte ha sido realizada por grupos estatales. Los pasos dados por el sector privado han sido pocos y lentos. De ahí que el Gobierno prometiera el mes pasado que ayudará a las empresas privadas.

La estrategia inversora china es recibida a menudo con recelo. Medio centenar de legisladores estadounidenses han pedido al secretario del Tesoro, Timothy Geithner, que investigue los planes de la siderúrgica Anshan Iron and Steel (Ansteel) para construir cinco plantas en el país con la empresa de Misisipi Steel Development. Según los legisladores, la inversión directa de Anshan supone una amenaza para el empleo y la seguridad nacionales.

Dos ciudadanos chinos pasan delante de un coche marca Volvo en un centro comercial de Pekín.
Dos ciudadanos chinos pasan delante de un coche marca Volvo en un centro comercial de Pekín.AFP

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