'Churos' madrileños en Tokio
La emblemática chocolatería San Ginés exporta su marca a Japón
San Ginés tokiota se sitúa en pleno Center Gai, la zona de compras, ocio y nocturnidad del joven y moderno barrio de Shibuya. Inaugurado el pasado mes de abril, la chocolatería se encuentra muy cerca de Spain Zaka (Cuesta de España), calle que debe su nombre a un antiguo café cuyo escaparate de "inspiración hispana" cautivó a clientes y tenderos de la zona.
"Chocolatería San Ginés. En Madrid desde 1894", reza el letrero a la entrada. El interior, lleno de banquetas y molduras de madera, tiene un aire aséptico más propio de una franquicia que de un local centenario. En sus paredes simulan caer chorros de chocolate y unas frases pintadas relatan la historia de la mítica chocolatería madrileña que fascinó hace un par de años al empresario Hideto Maeda (de la cadena To-kyo Restaurants), que logró llevar los churos a Japón.
Los textos explican que el callejón homónimo es un importante escenario de Luces de Bohemia, lo que convierte a la chocolatería en parada obligada durante las Noches de Max Estrella, ruta que desde hace unos años recorre el Madrid valleinclanesco siguiendo los pasos del protagonista de la obra. El relato hace referencia a la cercanía con la iglesia de San Ginés y el teatro Eslava (hoy discoteca Joy), de donde sale buena parte de su clientela al amanecer. Eso sí, todo está escrito en castellano, por lo que la clientela japonesa es incapaz de leerlo. Los precios varían según formato. Por 640 yenes (5,80 euros) ofrece un menú compuesto por una mini tacita de chocolate, café u otra bebida y media docena de churos (tal y como los llaman los japoneses, que pronuncian chocorateria sanhinesu cuando se refieren al local). En Madrid, la ración de churros sale a 1,20 euros y con chocolate son 3,50. "Estuve tres meses en Madrid entrenándome en San Ginés, donde aprendí lo fundamental: que los churros queden siempre crujientes por fuera y nada grasientos", cuenta el encargado, Tetsuya Okumura. El buen aprendizaje lo certifica el ecuatoriano David Celi, que con su hermano Rolando enseñó (en inglés) a los operarios nipones durante una semana en Madrid.
Detrás de Okamura, dos máquinas baten chocolate mientras su ayudante Masuda maneja -a la vista del público- el aparato de hacer churros, traído de España. Los fríe en aceite de girasol (como en Madrid) mientras cuenta que se respeta al máximo la textura y el sabor original del churro. No sucede lo mismo con el chocolate caliente, más dulzón para amoldarse al paladar japonés.
Para adaptarse a los gustos locales, la chocoratería San Ginés tokiota ha introducido elementos propios, como unas coquetas cajas de cartón con asa para llevarse el pedido a casa. Y tazas de chocolate combinado con otros sabores (albaricoque, café, mango, fresa, frambuesa y té) desde 3,40 euros. Su producto estrella: churros en forma de corazón (desde 1,40 euros) marrones, verdes o rosas dependiendo del glaseado: chocolate, té verde, fresa...
"Son más fáciles de comer mientras se camina por la calle [en Shibuya la gente suele comer en la vía pública, algo considerado de mala educación en Japón]", dice Masuda, "y son mucho más kawaii". Este término, que se puede traducir por mono, define a la fauna que pulula por Shibuya, uno de los epicentros de la noche tokiota pero que palidece frente a los horarios de la nocturnidad de Madrid. Mientras en esta ciudad San Ginés abre de 9.30 a 6.30 (con 500 raciones de churros por jornada), el de Tokio abre de 11 de la mañana a 22.00.
El negocio parece estar cuajando -a veces resulta complicado encontrar sitio, sobre todo por las tardes-, lo que hace pensar que el salto de San Ginés a otros países asiáticos podría estar cada vez más cerca. De momento, hay otro San Ginés en un centro comercial de Saitama, una localidad cercana a Tokio.
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