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Noche vigilada en Torrejón

La policía 'toma' la zona de discotecas donde dos jóvenes murieron asesinados

F. Javier Barroso

"Esto cada vez se parece más a la cárcel de Alcatraz". La joven, vestida con falda corta, se queja a una amiga con la que pretende entrar en una discoteca de la zona de ocio nocturno de Torrejón de Ardoz. A la joven le sienta mal ver el amplio despliegue policial que durante toda la noche ha tomado el final de la avenida de la Constitución, donde en seis días han muerto dos hombres de nacionalidad rumana y dominicana. Agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP, más conocidos como antidisturbios) y de la Policía Local cachean y registran a todos los que pretenden entrar en estos establecimientos.

"Agente, no llevo el carné de identidad", le espeta un hombre a un policía de la UIP. El funcionario, lejos de inmutarse, le dice que irá detenido. El afectado enseguida encuentra una solución. Llama desde su teléfono móvil a su hermano, que le trae la documentación al cabo del rato. "Nos interesa sobre todo que la gente vaya documentada y que no lleve ningún tipo de arma", reconoce un mando policial. Las dos últimas muertes violentas registradas en la región se han producido a tiros y a cuchilladas.

Los agresores se cebaron a golpes con el dominicano antes de matarlo

La entrada a la zona donde se produjeron los dos crímenes está prácticamente cerrada. Según intentan acceder los vehículos, los policías les paran y obligan a bajarse a todos los ocupantes. "Llevas todas las papeletas para acabar en comisaría", le suelta un policía local a un conductor. Este no lleva ningún tipo de documentación, pese a estar a los mandos del vehículo. El resto de amigos sí va identificado, lo que, de momento, le salva.

El dispositivo se monta alrededor de las once de la noche. Seis o siete coches patrulla, entre ellos dos furgonetas de la UIP, decoran la zona. Si algún cliente resulta sospechoso, se pasan sus datos por la emisora policial para ver si tiene alguna orden de búsqueda y captura. "Al principio, lo hacíamos con todos, pero como no había muchos compañeros para meter todos los datos en el ordenador, hemos preferido ser selectivos", explica un responsable policial.

El frío se deja sentir en la piel. La temperatura ha bajado hasta los 18 grados y los que han salido desprevenidos se pasman. Algunos clientes de esta zona se sorprenden al ver tanta presencia policial. "Torrejón es una ciudad tranquila y no es necesaria tanta policía. Seguro que lo han hecho para que la gente vea que están en la calle", afirma un joven que lleva toda la vida residiendo en la localidad.

La zona está bastante oscura y tranquila. Al fondo se ven los altares improvisados montados por los amigos de los fallecidos. El primero, el del rumano Cosmin Virgil Costea, de 26 años, muerto tras recibir un disparo en el tórax el sábado 7 de agosto. Esta muerte ha motivado que el Ayuntamiento clausure durante un año la discoteca Pícaro, a cuyas puertas se produjeron los tiros. A unos 30 metros, y lleno de botellas de alcohol, el de Geraldo de la Rosa, dominicano de 19 años, que perdió la vida el viernes tras recibir una cuchillada en el corazón. La autopsia, practicada ayer, ha revelado que sus agresores se ensañaron con él antes de matarlo.De la Rosa presentaba rotura de varios dientes, hundimiento en un globo ocular y lesiones por todo el cuerpo, según fuentes de la investigación. Los agentes del Grupo VI de Homicidios interrogaron ayer a los tres detenidos (dos colombianos y un dominicano) relacionados con el crimen, que suponen que pasarán mañana a disposición judicial. Las investigaciones siguen abiertas. La policía espera detener a más personas en los próximos días. Calculan que participaron una docena de personas en la reyerta que costó la vida al dominicano.

Mientras, el control policial en la zona de copas continúa hasta las seis de la madrugada, cuando cierran los bares de copas. "No es justo. Nosotros hacemos controles de estos todos los fines de semana y en diferentes puntos. Lo malo es que ahora han coincidido dos muertes en poco tiempo", protesta una agente municipal.

Los chavales y los no tan jóvenes se sienten molestos por tener que enseñar los carnés a los policías. "No hacemos nada y se nos trata como si fuéramos delincuentes", protesta una mujer norteafricana. "A otros solo les miran el carné y les dejan pasar", añade. El policía que está a su lado aguanta la crítica. Está acostumbrado. Poco a poco, discurre la madrugada y la tranquilidad, tónica dominante toda la noche, se adueña hasta el cierre de los locales. "Se nota que ha salido mucha menos gente que otros días", resume un policía.

Un policía antidisturbios cachea a un hombre en la zona de bares de copas de Torrejón de Ardoz.
Un policía antidisturbios cachea a un hombre en la zona de bares de copas de Torrejón de Ardoz.CARLOS ROSILLO

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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