Los intelectuales se alejan del PSC
La dirección socialista admite la distancia tomada por algunos analistas de izquierda - Le reprochan falta de proyecto y supeditación al PSOE
Un Estatuto mutilado y unos sondeos que vaticinan los peores resultados de su historia. El Partit dels Socialistes (PSC) está sufriendo una grave crisis que le está alejando de su electorado y de los intelectuales, que le reprochan no tener proyecto de futuro más allá de la gestión diaria y de no haber dado con el punto de firmeza en sus relaciones con el PSOE. El director del CCCB, Josep Ramoneda; el filósofo, Xavier Rubert de Ventós, y el ex consejero de Cultura Ferran Mascarell se suman a esta visión crítica que insinuó con su anuncio de no presentarse a las elecciones el consejero de Economía, Antoni Castells.
Tras haber acumulado una cantidad de poder sin precedentes, el PSC se apresta a vivir un curso en el que pueden perder las instituciones pilares: la Generalitat en las elecciones de otoño y el Ayuntamiento de Barcelona en las de primavera. La dirección socialista considera que la situación es reconducible y discrepa de este retrato, aunque reconoce con la boca pequeña que al partido le falta gente que se dedique a la teoría y que tampoco cuentan con un grueso de intelectuales que les apoyen.
"Le han quitado el alma al partido, se ha desinflado", dice Josep Ramoneda
"El PSC no ha construido un relato propio de país", afirma Mascarell
Castells es partidario de avivar el debate en el partido tras los comicios, aunque su posición es minoritaria y apenas cuenta con apoyos en la ejecutiva. Pero la realidad es que los problemas se acumulan sobre la mesa del PSC: la salida traumática de Pasqual Maragall -"Ha sido un crimen de familia", reprochó Jaume Sisa en 2006 a José Montilla- que acabó desgarrando parte del partido; la aceptación en el Congreso del dictado del PSOE y sus constantes equilibrios con sus socios del tripartito. Ramoneda circunscribe la crisis del PSC a la de la izquierda en general y apunta: "El PSC no ha creado un clima favorable de complicidad con los intelectuales. Le han quitado el alma al partido. Y cuando se la quitas, se desinfla. Parece que se dedica a la gestión de las cosas y la política es más que eso", alega Ramoneda.
Contundente, sostiene que el PSC se quedó sin proyecto ideológico desde la marcha de Maragall cuando apostaba por la España plural. "Y los socialistas, tras la elaborada complicación del Estatuto, se han quedado sin discurso. Con el PSC nunca se sabe muy bien qué. Hace demasiado tiempo que actúa pero no piensa. Es una versión muy radical del pragmatismo". Y añade que el desconcierto socialista ha aumentado estos años al consolidarse durante su etapa de gobierno el independentismo: "Fuera es sospechoso de ser muy catalanista y dentro de serlo poco. Siempre ha sido así, pero el campo ideológico ha cambiado". Ramoneda, sin embargo, considera que el PSC tiene gente válida como el mismo Castells o Mascarell. "¿Que no tienen apoyos dentro del partido? Eso ya es un problema suyo político".
Mascarell, que parecía destinado a relevar a Joan Clos en el Ayuntamiento, es una de las figuras del partido distanciado de la dirección. Su versión no dista mucho de la de Ramoneda: "El PSC no ha construido un relato propio de país y tampoco ha pedido a los intelectuales que participasen en este debate". En su opinión, aunque en toda Europa se ha diluido el papel del intelectual en la sociedad, en el caso de Cataluña el problema está también en el desinterés de buena parte de las cúpulas políticas respecto al papel vertebrador que puedan tener los creadores y pensadores. Pasó con el pujolismo, y está pasando también con el montillismo, al que tampoco ve interesado en el debate cultural y esto, a su juicio, ha originado frustración en artistas e intelectuales. "La cesión del Departamento de Cultura a ERC fue demostrativa de este desinterés; es algo que mucha gente que confiaba en que la cultura socialista sería diferente no entendió", añade. Al igual que Ramoneda, cree que el desencuentro final con Maragall fue sintomático, al tiempo que reconoce que cada vez más al mundo intelectual le cuesta entender la permanente claudicación del PSC ante el PSOE.
Con la distancia que le otorga haber pasado el curso en Estados Unidos, el filósofo Rubert de Ventós, íntimo de Maragall y que se declara independentista, va al origen de la cuestión y sostiene que el PSC es casi otro partido. "El PSC tenía un corazón dividido en dos familias, una venía de la inmigración del cinturón y otra de la burguesía de izquierdas. Esto funcionó un tiempo y era un producto resultón, pero ya se acabó", dice. El filósofo presagia que el PSOE acabará absorbiendo al PSC, al que casi considera una "franquicia". "O tal vez se genere una ficción útil de unión electoral", señaló el que fuera autor de parte del preámbulo del Estatuto.Frente a los críticos, hay otros intelectuales que apoyan al PSC como José Antonio González Casanova y el notario Juan-José López-Burniol, de Ciutadans pel Canvi. "Yo no me siento distanciado del PSC", afirma López Buriol. "No comparto esa tesis de que los intelectuales se están apartando. Hay mucha gente que sigue vinculada al PSC, un partido bisagra y esencial en la política catalana. La diferencia entre la política vasca y catalana es que allí no tienen un PSC". El jurista le hace al PSC un único reproche: "Me sabe mal que no haya tenido suficiente fuerza para hablar por sí mismo. Le ha faltado un punto de coraje para tener voz propia. Y si ha cometido algún pecado ha sido el de tener miedo a ser él mismo". Cansado de los gestos y partidario de los hechos, López Burniol pone este ejemplo: "Menos manifestaciones y más voto en Madrid con voz propia. Yo relativizo más el hecho de tener grupo propio que los 25 diputados voten juntos y en una dirección cuando se necesite". Y apunta que a Cataluña le quedan dos caminos: o federalismo o independencia. Asegura que a la primera vía, frente a lo que pueda parecer, le queda aún mucho camino por recorrer.
Intelectuales de guardia
La dirección del PSC también relativiza el distanciamiento de los intelectuales. "La política es ahora más laica", afirma un miembro de la dirección que cree que es bueno, por un lado, que no haya "intelectuales de guardia" que tengan que defender algo en lo que no creen y, por otra, que los partidos tampoco estén "secuestrados por guardias pretorianas o escuelas de pensamiento". La misma fuente atribuyó el alejamiento de algún líder de opinión al futuro incierto del federalismo: "Para nosotros es un ideal y no renunciamos a él".
Sin rechazar cierta autocrítica, la cúpula socialista reconoce dos cosas: que no hay demasiadas personas que teoricen sobre el federalismo y que el partido se ha volcado en gobernar postergando la reflexión estratégica . "Hay mucha gente dedicada al gobierno y quizá ha quedado en segundo plano el trabajo de creación y reflexión que deben hacer los partidos", añaden las mismas fuentes. Y no admiten dos observaciones: que el PSC sin Maragall sea menos catalanista -"Es hacerle el juego a nuestros adversarios; cuando mandaba Maragall le acusaban de anticatalanista"- y su supuesta sumisión al PSOE: "El PSC se ha plantado y hemos conseguido cosas".
Albert Aixalà, director de la Fundación Rafael Campanals, laboratorio de ideas del PSC, rechaza de entrada ese alejamiento, aunque matiza que puede haber líderes de opinión que no se sientan próximos al PSC porque ellos hayan cambiado: "Puede ser el caso de Rubert de Ventós o Francesc de Carreras, por poner dos polos diferentes. Pero hay aproximaciones, como la de Vicenç Navarro". "Estamos donde tenemos que estar, pero el país se ha movido mucho", reflexiona Aixalà, que cree que el PSC ha reforzado su catalanismo al tiempo que recuerda que no es lo mismo gobernar que ser oposición. Y frente a la tesis de la dirección del PSC, Aixalà no desdeña el apoyo de los intelectuales: "Es importante que los partidos tengan ese soporte. El PP tiene un entorno consolidado y el del PSC se ha difuminado por la complejidad del momento". Con elecciones a la vista, la falta de "relato de país" que piden Mascarell y Ramoneda puede ser un problema. Aixalà aspira a un mayor diálogo entre intelectuales y partidos en el que haya opiniones críticas y otras favorables, aunque ahora, acaba reconociendo, "no hay un grueso de intelectuales que dé apoyo al partido. El PSC no tiene quién le escriba", resume parafraseando el título de la novela de García Márquez.
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