_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Experiencia, inteligencia y afecto

Juan Cruz

El físico vasco Pedro Miguel Etxenike decía, hablando de lingüística, que lo que hay que tener para tratar ciertas materias es "inteligencia y afecto". No hay mejores ingredientes, por otra parte, para hablar adecuadamente de los otros. Es lo que hace Luis Antonio de Villena en este libro de semblanzas: derramar afecto e inteligencia (quizá por este orden) para explicar épocas sucesivas del mundo (y el mundillo, como dice él) literario español, tan complicado y tan heterogéneo, tan lleno de peleas y de mezquindades que a veces ocultan la generosidad de fondo a la que debe obedecer cualquier escritura para alcanzar cierta nobleza.

De Villena es un testigo muy puntilloso, y muy personal, de lo que hacen o escriben los otros; describe a las personas respetándolas pero también desnudándolas, y en ningún momento guarda pudor alguno al inmiscuirse en sus vidas para tratar de explicar (y explicarse) de dónde vienen los malentendidos que él mismo sufrió, los desplantes que se produjeron en su presencia o los dimes y diretes que llegaron a sus oídos como resultado de la larvada o evidente querella literaria. Hay muchísima gente en este libro, desde Rosa Chacel y Rafael Alberti (aquella triste, sensible al fracaso que ella misma se atribuye; este engolado, insensible, engreído) a Javier Marías o Francisco Brines, llegando hasta Leopoldo Alas o Leopoldo María Panero (retrato espléndido el que emprende aquí De Villena, como si encerrara en esta semblanza la novela posible de una familia que ya tuvo su película, El desencanto). Leído así, como por el índice, se supondría que aquí ha vertido De Villena esas experiencias para hacer un diccionario con figuras; nada más lejos de la realidad. El poeta y narrador es un excelente memorialista, entretenido quizá en muchas cosas a la vez, y por eso no autor (todavía) de la gran memoria de su vida, de la que hay una espléndida larva; desde Ante el espejo hasta ahora ha dado muchos ejemplos de esa capacidad suya para absorber, casi proustianamente, la magdalena de la experiencia con otros, y aunque aquí hace (es lo que toca) un recuento de sus conocimientos, por dentro ha escrito una especie de novela de la memoria en la que uno podría ir rastreando, con todos sus previsibles desgarros, su propia autobiografía.

Nuevas semblanzas y generaciones

Luis Antonio de Villena

Pre-Textos. Valencia, 2010

327 páginas. 20 euros

Esa autobiografía con figuras ajenas produce, en el lector, el placer de lo vivido; atrae De Villena a sus personajes para sentarlos ante un espacio público en el que apenas hay pudor y apenas hay esa piedad que suelen sentir los testigos a la hora de referirse a lo que han experimentado con otros. Las tentaciones, evidentes en el libro, de arreglar cuentas pasadas, que en una vida como la suya debe haberlas en abundancia, quedan disimuladas por la aplicación de ese dictado de Etxenike: inteligencia y afecto.

Nada más empezar el libro, que aconsejaría leer de un tirón, prescindiendo de las facilidades falsas que siempre proporcionan los índices onomásticos, De Villena declara su propósito, basándose en una frase de Rémy de Gourmont: según este, siempre que se hace un retrato el resultado es una máscara. "Pero", se pregunta el autor, "¿no es, a veces, la máscara, más veraz que el rostro?". Aquí vemos máscaras que fueron (o son) famosas, como aquella de Alberti, o como las de Gerardo Diego y Jorge Guillén, e incluso la de Vicente Aleixandre; y la máscara evanescente, pero tan real, tan tangible, tan misteriosa (es su palabra) de Vicente Núñez. Hay, como no, unos retratos más patéticos que otros, porque De Villena ha querido colorear, como para fiestas de noche, algunos ambientes en los que él ha movido su mirada con más descaro.

Pero no es un libro de la noche, de la gente en la noche, o en sus noches; es, más bien, un libro en el que Luis Antonio de Villena ha dado un paso más en la construcción de una memoria que aquí se ve libre, osada, más osada que nunca, aunque llena de experiencia propia, contada siempre con inteligencia y afecto.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_