Agoniza Incosol, renace Los Monteros
Nacieron primos. Cuando el hotel Los Monteros ya era un icono del lujo marbellí en los años setenta su propietario, el banquero Ignacio Coca, inauguró Incosol, que en poco tiempo se convirtió en nido de famosos y realeza. Aunque crecieron juntos, acabaron en distintas manos con un denominador común. Tras años de éxito, llegó el declive y fueron pasto del crash inmobiliario.
Una clienta de Incosol salió ayer del hotel y abrió su cartera para dar 1.000 euros a los empleados. Hace años a nadie le hubiese extrañado. Las propinas llenaban los bolsillos de los trabajadores hasta llegar a doblar su sueldo. Pero esta vez era distinto. Más de centenar de empleados hacían rugir sus tambores y jaleaban consignas: "Queremos cobrar". El presidente del comité de empresa, Javier Moreno, dice que la empresa le debe entre 5.000 y 6.000 euros a cada trabajador, de ahí la huelga.
Solo tres de los 160 empleados se mantenían en sus puestos de trabajo, por lo que hasta mañana el hotel estará paralizado. Ni se harán camas, ni se servirá comida. Ayer, era hasta difícil conseguir una botella de agua.
Peter Sepp, un neoyorquino que quería pasar cuatro días en el hotel, ya tenía las maletas hechas. "Odio Marbella, me marcho a Madrid", decía rotundo. También siguieron sus pasos cuatro inglesas que venían a pasar una despedida de soltera por todo lo alto. Velo de novia en la cabeza, enfilaron la salida.
Pese a la espantada de algunos, la mayoría de los clientes seguían desde el hall los acontecimientos. Ángeles Muñoz, una habitual, no pensaba irse. "Los trabajadores son excepcionales, la culpa es del dueño, que incluso tiene la desfachatez de pasearse por aquí".
El susodicho, José Antonio López Esteras, pasó la mañana en su despacho, donde aún se colaba el griterío del exterior. "El hotel siempre tuvo un saldo negativo que se compensaba con la venta de parcelas. Ahora, esto está saturado, ya no queda un centímetro que vender. Esa es la cruda realidad, el hotel no es rentable". Pese al escándalo, estaba tranquilo.
Mientras, a pocos kilómetros, en Los Monteros, esperaban a los seis primeros clientes de su nueva era tras 14 meses de cierre. Su anterior propietario, también proveniente del mundo inmobiliario, llevó el hotel a la ruina, pero la aparición de un comprador ha devuelto la ilusión a los empleados, que durante el cierre acudieron a sus puestos cada día sin cobrar un euro.
Con la sonrisa dibujada en la cara y algunos nervios, daban los últimos retoques. José Sánchez, conserje del hotel desde hace 38 años, hablaba de olvidar ya los malos momentos pero se acordaba de los trabajadores de Incosol. "Aquello va a acabar como el rosario de la aurora". Y él sabe de lo que habla.
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